Como.
Sobre la basta soledad de la planicie dorada de sol, reseca de agua, donde el cielo se conjuga con el suelo en un paisaje estremecedor y sub realista allí donde ni las aves se atreven, allí rodeada de una nada sin igual, allí un hombre solo ha levantado su tienda de campaña, pequeña, estrecha, suficiente
Allí se protege de la vida que fue inclemente, de las gentes, del dolor que un día llego a su alma y se quedo.
Transcurren así los días en el sobrevivir uno tras otro y siempre monótonos,la contemplación, el profundo pensar y ese tener que estar constantemente igual se calcan uno con otro, y luego cuando la tarde en fuego renace en noche y se despliegan los diamantes en su cielo se entrega complaciente a los brazos de Morfeo.
Es entonces que rotos los terrenales, dolorosos lazos de la vigilia, se interna en un nuevo paisaje, guiado por las alas del sueño.
Y la planicie se transforma lentamente, al amparo de los diamantes de la noche, en frondoso y fresco bosque de laureles, esos mismos que le negara el día, y lo envuelve deliciosa melodía, esa misma que le negara el día.
Allí el hombre solo encuentra al penetrar el bosque, al influjo del delirio de los sueños, aquella senda por donde quiso fuera su vida, para llegar ahora caballero hasta la torre donde mora su alegría y, vencedor de fieros dragones custodios implacables del camino, tomar por asalto las murallas con la sola fuerza de su sino y con paso firme y sonoro ascender de la torre las escaleras y en ese espiral que lo lleva a su dicha llegar y libertar a su Dulcinea y en un gesto de amor sin par confundirse, pero hay........ llega el día.
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