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Amanda despertó esa noche sobreexcitada.

Tenía más ganas de hacer el amor que de costumbre y entonces echó mano de su novio que roncaba sumido en el más profundo de los sueños.

Se abalanzó sobre él, le sobó el pene, lo despertó con lamidos y prácticamente lo violó. El reía a mares pues Amanda no era una mujer muy excitable y generalmente él era quien tomaba la iniciativa.

"Gracias mi vida- le dijo Roberto- me hiciste gozar mucho". Pero antes que terminara de hablar estaba otra véz Amanda cabalgando sobre él. Así pasó toda la noche y dieron las 7 de la mañana y ella no paraba.

Fue tanto el alboroto sexual que Roberto la tuvo que separar de él pues tenía los genitales hinchados.

"Creo que se te pasó la mano amor, ya no quiero más, me dejaste listo por una semana por lo menos", le dijo entre riendo y medio desesperado. Luego se duchó y se arrancó al trabajo.

Amanda, en vez de quedarse dormida y cansada, seguía más excitada que nunca y empezó a notar que el clítoris le picaba.

Comenzó a rascarse y rascarse, sientiendo placer pero luego dolor cuando cayó en cuenta que estaba sangrando.

Se dió una ducha, luego aplicó una crema y vió que el clítoris estaba muy hinchado y más grande de lo normal. Se miró un par de horas con un espejo y llamó a su ginecólogo. El doctor le dijo que la fuera a ver pues podía ser alguna infección, pero le advirtió: "por nada del mundo te lo vuelvas a rascar".

Pero la picazón seguía y Amanda aplicaba cremas, agua, jabón, colonia y hasta detergente. Se tomó un valium para dormir y no sentir la cosquilla y esa hinchazón que crecía y casi le separaba las piernas.

Sin embargo, aunque el sueño la embargó, el clítoris le picaba y le picaba y mientras ella no se daba cuenta se lo rascaba y lo escuchaba en ese extraño trance que nunca supo de verdad si fue algo onírico.

"Soy tu clítoris Amanda. Ahora mando yo. He decidido crecer. Ser autónomo. Tu no me usabas, no le dabas placer a los hombres y no me permitías gozar. Ahora soy yo quien goza con tus rasquidos. Ráscate y ráscate. Emborráchate, mátate si quieres, pero voy a seguir vibrando dentro de tí para salir afuera".

La transpiración la despertó de súbito y vió una gran mancha de sangre en toda la cama que llegaba hasta el piso. Miró con miedo y lentitud hasta llegar a su entre pierna y ....

Corrió hasta el ventanal y se lanzó desde el décimo piso.

Abajo, unos pobres tipos observaban el inerte cuerpo de una mujer unida a un gigantesco pene sangrante.

Texto agregado el 11-03-2005, y leído por 2682 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
20-05-2010 jajaja,la venganza del clitoris encabronado. moraleja, a empujar más, me gustó. centeno
21-09-2007 un asco ritma
16-09-2007 Muy bueno marjabra
31-03-2007 un cuento muy surrealista, con un inesperado final.pobrecista si hubiese muerto feliz¡¡¡ remi_dee
31-03-2007 El 15/10 te dije que lo copié y se lo mandé a mi novia.Santo remedio. Ahora estoy pesando 80 kilos. Gracias. zumm
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