Es la muerte mi amante sincera,
nunca me engaña con nadie más;
y la luna mi eterna enamorada
que enamora a todos los demás.
Es la noche mi vicio desbordante,
que intoxica mis sentidos en exceso;
y las sombras compañeras que enloquecen
entre pasos y pisadas mi deceso.
Es la soledad a quien amo,
por compartir la vida conmigo;
y el amor que me hostiga por amarme
cuando yo solo quiero ser su amigo.
Es la vida la tortura,
maltratada por mis años;
y el tiempo mi enemigo
que me mata con engaños.
Por esto:
Es el poeta mi nombre,
que celebra mí razón;
y la poesía la perfecta dosis
para mantener vivo el corazón.
Texto agregado el 10-03-2005, y leído por 99
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Lectores Opinan
10-03-2005
Es un gusto volver a leer tus letras, Néstor. Lo has dicho en este poema, la poesía nos mantiene vivos, parte de nuestra razón de ser. Un abrazo y mis estrellas. Dainini
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