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		| La Mujer de Dios
 
 
 -¿Sabés que se me ocurrió? –dice Dios.
 La mujer de Dios lo mira. Después de miles de trillones de años, lo conoce demasiado.
 -¿Qué cosa? –pregunta ella, fingiendo una sonrisa interesada.
 -¡Voy a hacer gente..!
 La sonrisa de Dios no encuentra eco. Ni en Su esposa ni en ningún otro lugar del
 universo conocido.
 -Gente… repite ella.
 -¡Gente! –Dice Dios. – ¡Son como personitas que desarrollan culturas, fundan imperios,
 los derriban…! ¡Viven y mueren por ideales…! ¡Gente!
 -¿Y eso… para que serviría? –pregunta intrigada ella.
 Dios sabía que ella iba a preguntar eso. (Para eso es Dios.)
 Lo que no sabe es qué contestarle. (Por eso es Su mujer.)
 -Ehh… ¡Para poblar la Tierra! ¡Eso! Un planeta que voy a hacer antes, que se llama
 Tierra.
 La mujer de Dios suspira. Sabe que cuando a Su marido se le pone algo en la cabeza,
 puede estar una eternidad jorobando hasta que lo consigue.
 -¿A qué hora vas a volver? –pregunta ella inclinando un poco la cabeza y mirándolo
 fijo.
 -No me tardo –dice Dios.
 -¿A qué hora? –insiste la mujer.
 Dios se rasca un poco la parte posterior del cuello.
 -En cuatro mil millones de años estoy acá.
 -Llegás de nuevo tarde a cenar y Te mato.
 Dios sonríe porque sabe que eso es imposible. Ella Lo adora. Sale entusiasmado
 como un Niño Dios casi sin saludar.
 -¿Llevás carbono? –alcanza a preguntar ella.
 Dios regresa avergonzado. Revuelve un rato entre Sus cosas, y vuelve a salir a la
 disparada.
 -Dioses  –murmura la mujer, todos iguales.
 
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Texto agregado el 10-03-2005, y leído por 355 
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