Iba a escribir sobre su dulzura pero no encontré las palabras,
le iba a decir que la admiro demasiado, pero eso es poco,
pensé en expresarle que es una gran poetisa y siéndolo ella,
mis palabras le sonarían a una cursilería sin sentido,
pensaba hablarle sobre su odisea, su vida de esfuerzo,
pero me di cuenta que entraba a terrenos muy íntimos
por lo tanto prefiero callar que ese es el regalo que ella
mejor aprecia, silencio profundo, revelador, extático,
vuelo de aves en puntillas, consagración del espíritu
que se mece en las aguas de la contemplación, acudo pues
revestido de brisa para soplarle al oído unas palabras simples
pero sinceras, le digo: feliz cumpleaños, avecilla plena
que con migajas forjas un imperio y una sonrisa te basta
para que tu corazón truene de regocijo. Ella, sorprendida
acaso sólo se lleve un par de dedos a sus labios
y me arroje un beso para luego emprender el vuelo,
vuelo de ave suspendida en sus sueños, etérea, fugaz,
auténtica en su plumaje de estirpe angélica, por eso callo,
no hay palabras, verdad que no las hay, para expresarle
lo que ella descifra de los ecos que le trae el viento del sur…
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