Desnuda….
Arida, tersa como siempre, arrastra sus pies mientras las sombras la envuelven sin preguntarle nada.
Ella no sabe quien es, por que deambula o hacia donde va.
Solo existe.
Las estrellas y la luna, esparciendo charcos de luces aturdidas, que cuelgan del silencio, invaden su intimidad, perforándole morbosamente los sueños, sueños que absurdamente contrastan dudas, voces y belleza en una insólita paradoja.
Del puerto de sus ojos zarpan lagrimas, huérfanas de gozos y pasiones, frutos del desierto espacio que flota en el alma. La soledad.
Ellas exploran sus mejillas dejando huellas, haciendo surcos, llegando al desnudo pecho para descansar en unos senos etéreos, antiguos, milenarios, casi eternos.
¿Por que llora aquélla extraña dama?
¿Por que estallan sus pupilas heridas por ráfagas de colores?
Llora, gime por que solamente sabe, que pronto morirá y su efímera presencia la luz envolverá……
….. Amanece, el sol salió y…..
…… La mujer….. murió, murió…..LA NOCHE.
El Kimiko
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