Esta mañana bajé las escaleras con la misma lasitud de siempre, una mañana más de frio intenso, el abrigo me aprisiona, creo que el exceso de prendas pegadas a mi cuerpo es el culpable de mi preferencia por el estío.
Arrastraba los pies de escalón en escalón hasta agotar los cincuenta y cinco que conducen a la acera, como todos los dias y con más fastidio ahora que quiero mudarme de barrio, de ciudad, de pais y hasta de continente.
Buscaba con los ojos, ávidos de sol matutino, la salida de mi portería cuando tropecé con el buzón, no podía dejar de verlo; una verdadera composición floral brotada de no se sabe donde me sonreía, lilas, calas, rosas, jazmines, claveles...y en mi corazón hallé una palmera que anunciaba la feliz llegada de la primavera.
Cartas de frescura y juventud exigiéndome entusiasmo, sencillez, auntenticidad, el candor de la niña que vive en mi.
Que regocijo comprobar que estoy viva aún, que en pocas semanas estreno ilusiones, proyectos y placeres con mi recien estrenado novio, que voy de regreso a mi corazón tan hastiado ahora por el insoportable invierno.
Leo las cartas que me manda la primavera, me pide que cante a las lunas del próximo abril, a los rojos de septiembre, al blanco que cubre enero, el año llega con fuerza, y añade, que baile con el esperado amor.
Volaré con el viento como si fuera semilla, hacia el horizonte, nadaré en los océanos para que me arrastre la corriente y me acompañen los delfines hasta esa playa tuya donde en la arena me esperas. |