Todas las mañanas despierto, renazco y me vuelvo a sumergir en esta oscura nube de conciencia citadina que nos brinda la ciudad de México.
Me levanto aun aturdido por la realidad de mis sueños, decepcionado por no ver tu cabello rociando mi almohada con su aroma... ese silvio es un poeta... Entonces tomo conciencia, me doy cuenta que nunca has estado aquí y solamente quiero dormir para verte, Pero no puedo. Tengo que salir, tengo la esperanza de hoy encontrarte, llego al lugar y espero, cuento a la gente, trato de oír lo que piensan, mas no comprendo nada, mi oído no es lo que quisiera. Mis ojos se irritan la ciudad es una porquería, y nadie la limpia, nadie cuida la pesadilla colectiva, solo gastan su herencia sin saber lo que es, ni lo que hay dentro.
Han pasado veinte minutos, y no has llegado, o quizás si, talvez me he vuelto invisible mientras estaba sumergido en mis estupideces y tu no me viste, o pensándolo bien, nadie me ha visto, ¿sigo soñando?
No.
Soy invisible, Creo que nadie me ha visto nunca.
Ya son treinta y ocho minutos y sigo sin encontrarte. Creo que mejor me voy antes que alguien pueda ver el fantasma de mí ser y lo conjure preguntando quien soy y que hago aquí. No sabría que decir.
Comienzo a caminar creo verte pero no eres tú, y pienso que no serás tú cada vez que alguien me recuerde tu figura, tu cabello, o tu modo de andar. Tu mujer punto convergente de mi explosión emocional, reflejo conciente de mi inconsciente soledad, ¿por que quiero verte?, no lo se, me he sentido triste al no encontrarte, aunque solo sea por que se amplifica mi vacío interno.
Sigo caminando, y creo que es mejor dejar de soñar, y regresar al mundo real, al menos de ahora en adelante… ahí están las vías…
Silencio.
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