I. El Viaje
El confuso instante, la realidad de los sueños, la inercia de sus pasos, el agridulce sabor del insomnio, del maldito insomnio, la vida desgarrada y los pasos al fondo del pasillo. Nuevamente el reflejo desconocido frente al espejo.
Tres de la madrugada, el sonido del viejo motor, lentamente las luces pasan una a una, cada vez mas lentamente, sembrando el largo y solitario pasillo. Pasaron tras el retrovisor, las mismas imágenes y los mismos recuerdos, los malditos recuerdos.
Un semáforo, desde algún lugar del automóvil, una voz tenue y febril le preguntaba insistentemente por el rumbo, ¿cuál será el rumbo que tomarás?, ¿qué dirección será la que te lleve al final? le decía. La inocencia del cruce frente a sus ojos, los edificios, los mismos edificios de siempre, ahora vacíos. La luz verde y el silencio, el maldito silencio. Luz roja y nuevamente esa voz, ahora multiplicada y en todas direcciones, frente a la misma esquina ahora transitaba el hombre del espejo, como guiándole la dirección cual tomar; esa que, a pesar de ser la misma esquina por la que cruzó durante años, nunca tomó.
El largo pasillo de diminutas luces, a la desconocida derecha, interminablemente a medida que avanzaba aparecían nuevas al fondo; las construcciones alrededor, de colores cada vez más parecidos, cada vez más oscuros, hasta ser solamente una extensa hilera de cajas negras, cada vez más grandes, el final del eterno pasillo se vislumbra a lo lejos sin embargo las luces comienzan a avanzar cada vez más lento, a pesar de aumentar la velocidad.
El reloj, que ya no funcionaba, marcaba las cinco.
Tras un largo tiempo de recorrer el largo pasillo, detuvo su automóvil, con el propósito de seguir caminando, no mucho tiempo lo hizo cuando se dio cuenta que estaba inmerso en la más completa oscuridad, la desesperación comenzó a agobiar su mente, ya impresionada frente a tan extraña situación.
A medida que avanzaba sus oídos parecían percibir un lábil sonsonete, de una voz tan familiar como particular, dentro de la gran nada en la cual, sin saber por qué, se encontraba; siguió sin recordar por qué aquel sonido le era conocido. Lo que escuchaba era de un idioma desconocido, quizá solamente balbuceos, quizá solo eso y nada más pero, de donde venía y por qué. Ahora el extraño sonido comenzó a cambiar, transformándose en gemidos, los cuales comenzaron lentamente a desesperarlo, en un acto desenfrenado comenzó a correr, primero en línea recta y posteriormente de manera errática mientras, desde las alturas, escuchaba su propia voz pronunciando aquellos mismos sonidos extraños.
Transcurrido algún tiempo nuevamente el silencio colmó sus oídos, de pronto una calma sepulcral llenó el lugar, nuevamente tuvo la sensación de estar acompañado, sin embargo, la plena oscuridad del lugar le impidió comprobarlo, no seguro de su existencia comenzó a hablarle.
Sólo imágenes en mi mente, ensangrentada aún, la confusión y el espanto, ¿el castigo?, ¿la venganza?, maldito el día que decidí este camino, sin vuelta atrás, sin más remedio que el cruel destino y el apacible estruendo de esta oscuridad. Durante años intenté liberarme de mis ataduras y, sin embargo me encuentro aquí, en este laberinto sin muros, quizá sea el fútil reflejo del final más inesperado.
Bienvenido, díjole la voz de un hombre de edad avanzada, bienvenido al país de la penumbra, el lugar al final de los sueños y las esperanzas.
Una sensación de desconcierto colmó su mente, sintióse extraño, con ganas de seguir corriendo y buscar alguna luz, en fin... algo, a pesar de todo se quedó parado, pensando en el porqué de tal situación. El aire, cada vez más denso, apretaba su pecho, dando un matiz aún más angustioso.
¿y qué viene ahora? preguntó tenuemente a aquella voz no existe nada aquí.
Te equivocas le dijo camina un poco más y te darás cuenta, tomó su mano y comenzaron a caminar. Creo que aún no sales de esa extraña sensación que se tiene la primera vez que llegas aquí, debes tener calma, solamente debes pensar, es cuanto puedes hacer, lo demás ya no existe, como ya te habrás dado cuenta aquí no existe la luz, tampoco referencia alguna de algo tangible, probablemente aquí tampoco exista el tiempo, sólo queda la mente de mucha gente, que ha deambulado buscando cosas que no existen en este lugar, también hay quienes han encontrado la forma de salir, eso está en cada uno.
Un tenue sonido, una atmósfera de voces, sólo voces, un gran murmullo en conjunto, los pasos inquietos, formando caminos invisibles, las que se acercan cada vez más y las definen. Poco a poco la sensación de tener mucha gente cerca se hace latente, siempre junto a la voz del principio, como una guía. Sin dudar de la cercanía de su interlocutor le exigió una explicación de lo que estaba ocurriendo.
Nos acercamos al lugar de la confusión díjole es aquí donde puedes encontrar a personas recién llegadas a este lugar, quizá tan impresionados como tú. Bienvenido a este lugar extraño, intangible, al cual se llega por el largo pasillo de la inconsciencia, donde solamente la esencia misma te llevará al final del camino. Es aquí donde las únicas imágenes son las de tu mente y la salida no será más que la entrada a un mundo nuevo, lejos de aquellas que el mundo te ha creado como un artificio.
El espesor de la atmósfera cada vez mayor, los recuerdos, las imágenes de la mente, los caminos oscuros y la sensación cada vez más desesperante del agobio, la retrospectiva de sus pensamientos, el viejo motor aún sonando, como voces cada vez más cerca. Poco a poco comenzó a sentirse más tranquilo, la misma voz del principio calmadamente le dice.
- Veo que este lugar comienza a ser de tu agrado, comprendes realmente el por qué estas aquí, que ves ahora.
- Hileras interminables de gente, esperando entrar le respondió, ahora encuentro la forma de llegar hasta lo que me trajo hasta aquí, los veo claramente, dentro del profundo negro que existe, puedo seguirlos.
- ¿Qué esperas entonces? es el nuevo mundo, veo que rápidamente lo comprendes.
Lentamente la voz de su interlocutor comienza a desvanecerse.
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