Apología del autodidactismo

La sociedad que hoy día conocemos podría definirse como una grey de legos en un universal gulag del kitsch donde toda actividad plausible es un permanente asueto intelectual. Vivimos en el real reino de lo ignoto.

Mas yo no quiero ser real y maldigo la ignominia a la que se ha de enfrentar todo pagano agnóstico que abandone el ya mencionado cerril rebaño. No quiero levantar la cabeza a la garza bóveda celeste y preguntarme su solidez o si, por contra, se trata de puro éter. Tan sólo quiero sentirlo.

Ningún pastor puede alumbrar en ningún uniformado educando ni de la más tibia de las formas de lo que ora el garzo cielo, ora los zarcos ojos de una estuante manceba, ora cuestiones mayores, verbigracia el sentido último de la vida, encontrable por cierto en los anteriores ejemplos, puede significar siendo éste un ente singular, sentimental y sintiente. No se puede obviar que la emotividad es sincrónica al proceso de aprehendizaje.

Por consiguiente, se infiere de este hecho que no hay más arriate para el cultivo de la más hermosa de las flores que el autodidactismo. Todo lo demás son inanes e inertes ornatos.

No es ésta la única vía de obtener discernimiento o erudición, mas sí que lo es, empero, si de lucidez, sabiduría, conciencia de nuestro rededor y SABER con mayúsculas hablamos, pues no está este camino en la encorsetada y uniformizante metodología escolástica tradicional que aún conservamos desde el medievo. Cualquier otro camino que no sea de tal jaez no obtendrá por resultado las virtudes anteriormente descritas.

Que cada cual obre en consecuencia, como estime oportuno. En el supuesto de que se encuentre usted irresoluto, no tema: hay cienes y cienes de cándidas almas aguardando el momento de dictarle el camino apto para usted y sus aviesos deseos, los cuales conocen a la perfección pues son los mismos que aquellos cienes de álmas cándidas que aguardan para guiarle anhelan moldear.