No sé por que publico esto...
Seguramente por que estoy demaciado dormido...
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Llegue temprano ese día. No sabia que esperar; Cuando llegue a la escuela había varios compañeros amontonados en una pared que se encontraba junto a la puerta de entrada a la escuela; me acerque para ver que miraban pero pronto desistí tras darme cuenta de que seria imposible lidiar contra tal cantidad de personas amontonadas.
Busque entonces a Claudia, como no había llegado a organizar un equipo de trabajo con otros compañeros ella me integraría a su equipo. La encontré platicando alegremente afuera de unos de los camiones, que se veían bastante lujosos a comparación de lo que imaginaba.
-¿Se resolvió lo de los equipos?-le pregunté
-¡Uy!… ¿Que crees?-me dijo mientras ponía una cara extraña-pues que Casimiro dijo que ya nos había repartido y no podía hacer cambios. Pero no te preocupes, creo que te anotaron en las listas en el camión numero tres.
-Hum… que mal. Bueno, gracias de todas formas.
-La gente iba llegando poco a poco, algunos en grupos y otros solos. Algunas personas se acercaron a saludarme. Pero en general me mantuve alejado observando la masa de gente que se abalanzaba sobre las hojas pegadas en la pared.
Después de veinte minutos de estar esperando por fin las personas decidieron que era hora de moverse y se quitaron de encima de los papeles. Me acerque y busque mi grupo, después mi apellido “Madero Islas Diego…” decía, y a un lado con pluma azul había un 3 apenas entendible. Mire los camiones estacionados a lo largo de la calle preguntándome cual seria el mío. Me acerqué y noté una hoja pegada en la parte delantera de cada uno, indicaba en nombre de la escuela y luego en número de camión. Por fin encontré el que me correspondía.
Cuando dieron las siete y veinte de la mañana mis compañeros comenzaron a abordar los camiones formados en filas. Yo miraba sentado en las escaleras mientras varios compañeros se me aproximaban y me decían:
-¿Te toco en el 3 con Diana no?
-Si
-¿Todavía no llega?
-No
-Cuando dieron las siete treinta subí al camión y vi que Diana había llegado, también subió. En el camión había un gran alboroto. Diego Hablaba en voz alta hacia el resto de los presentes y quienes contestaban al mismo tiempo y gritando cosas que no entendía. En el asiento de atrás un grupo de chicas hablaba con un molesto asentó español y en la parte trasera del camión estallaban risas cada medio minuto.
Me puse cómodo y recordé que seria mejor tomar una pastilla para evitar marearme, así que saqué el paquete plástico de mi mochila, saque la pastilla y la tomé (tenia un sabor muy amargo).
Un profesor se levantó con unas hojas en las manos y comenzó a decir los nombres de los alumnos que deberían de estar en el camión, faltaban tres alumnos que llegaron después de unos momentos jadeando y poniendo pretextos.
A las siete cuarenta, más o menos, el camión se puso en marcha. Una mujer, la verdad no se si era maestra ya que no la podía ver, hablo por el micrófono del camión y nos dio las indicaciones que debíamos de seguir durante el trayecto y que pasaría al llegar al lugar.
El trayecto duró unas cinco horas. Hicimos una parad a las tres horas y media de viaje en un pueblito que no recuerdo como se llamaba. Allí algunos pasaron al baño y otros compraron comida (si es que eso se le podía llamar comida).
Regresamos al camión tras veinte minutos y no había nadie pero esperamos, poco a poco fueron llegando los compañeros. Los profesores esperaban afuera del camión platicando sobre quien era el que estaba contando chistes en el camión.
-Tiene un enorme repertorio-decían
-¿Quien es?
-Chacón ¿No?
-No sé, pero son dos
-Se saben de todo tipo… son buenos
-por fin abrieron el camión y subimos, el profesor pasó de nuevo lista y faltaban otra vez tres alumnos. Mientras alguien se bajaba a buscarlos un grupo de compañeros en la parte trasera del camión comenzaron a exigir que se pasara una película, que a los demás camiones les habían pasado ya unas películas. Y los profesores aseguraban que no se podía.
Cuando aparecieron los demás compañeros y subieron al camión varios los abuchearon. El pleito de la película continúo y termino con la proyección de una pésima película a la que no puse atención pero que creo que trataba sobre un policía que mataba amucha gente sin mucho esfuerzo, con gran habilidad y suerte. Como tenia sueño me dormí durante un tiempo. Cuando entramos a Michoacán y pasamos por los lagos me desperté; siempre que paso por allí me gusta mirar el agua desde lejos.
Entramos a un terreno mas agresivo y polvoso, supongo que ese era el trayecto que se suponía recorreríamos en camiones de carga. Pero ahí iban los intrépidos camiones de pasajeros hacinado maniobras para superar los obstáculos que el irregular terreno presentaba.
A llegar al lugar pasamos por varios letreros que avisaban al visitante que se encontraba dentro de un a zona ecológica protegida y tenia algunas reglas escritas con letras blancas. El camión paró junto a los otros en una especie de pastizal verde. Al bajar sentí un dolor terrible en la planta del pie, ya que días antes había sufrido un accidente y ahora tenia un agujero que dolía a cada paso. Diana se quejaba igual de no sentirse bien y la mayoría de las personas criticaban el frío, que en realidad yo no sentía.
Nos reunimos en la cima de una pequeña colina donde se nos dieron instrucciones sobre lo que continuaba. Nos llevaron hasta la entraba al “bosque” donde un guía con una autoridad incuestionable nos separo en tres grupos de cuarenta personas cada uno; yo estaba en el tercer grupo. Parecíamos turistas japoneses, todos con sus cámaras en mano tomando fotografías a todo a nuestro alrededor. En la entrada un grupo de hombres ofrecían realizar el trayecto a caballo. Varios eligieron este transporte, pero a mi no me agrado mucho.
El camino era bastante irregular y polvoriento, pero la tierra era suave y eso no lastimaba tanto mi pie, caminamos entre pinos, matorrales y otras plantas durante unos veinte minutos, sin decir mucho. Hablando en grupos acerca de cosas tan irrelevantes como al tipo de escuelas a las que asistían nuestros padres cuando eran niños.
Al llegar a un claro el guía nos reunió a “todos” los del grupo tres, del que en realidad nada mas quedábamos la mitad. Siddaharta se subió a una piedra y alzó los brazos mientras unas chicas le tomaban fotografías y yo me moría de ganas de empujarlo hacia atrás.
El guardia hablo en un español apenas entendible y muy mal compuesto.
-Pues no falta mucho pa’ llegar. Cuando lléguemos necesitamos guardar el más mínimo silencio ¿Si?, por que se s’pantan las maripositas. No se vale tirar basura ni comer en el lugar. Tampoco pueden estar haciendo desórdenes ¿si jóvenes?
Pues miren, la mariposa nos visita aquí cada año, llega en octubre mas o menos, q’s cuando mas ahí. Vienen de a chorros y hasta ese cerrito de allí se llena de muchas. Parecen árboles rojos desde lejos. Vienen desde Estados Unidos y Canadá hasta acá, para pasar el frío, que allá esta fuerte. Vienen aquí y se están hasta estas fechas mas o menos, que es cuando comienzan a aparearse, namás que horita el clima sta' re feo entonces namás no pueden.
Pues esta mariposa es naranja, como seguramente ustedes ya las habrán visto en fotos ¿verdad? Y tienen unos puntitos negros y blancos. Los machos son lo que tienen un puntito negro en la parte de debajo de las alas, las hembras pues no. Los puntitos blancos los tienen en forma de corona, y dicen que es también en esta forma que ponen sus huevecillos en una planta que se llama (no recuerdo el nombre de la planta), y pues estos crecen hasta transformarse en larvas, de allí que comen mucho y luego se hacen capullos y de ahí salen las mariposas pa’ irse otra vez allá al norte.
-Después de esta micro explicación de las mariposas seguimos caminando. Casi nadie estaba utilizando el tapabocas que se nos había pedidlo.
Caminamos por una medio hora más hasta llegar a un lugar donde había unas piedras raras y unas ruinas de una casa donde habían atado a los caballos. El guía dijo que ya no faltaba mucho. Nos dispersamos un momento mientras algunos se sentaban. Yo y unos compañeros tomamos fotografías de la casa en ruinas. Después de unos minutos llegaron más compañeros y seguimos el camino. Llegamos a un mirador donde varios más tomaron fotografías. La vista era agradable, un paisaje azulado que revelaba un terreno explotado por la agricultura y la ganadería. Seguimos caminando entre sombras hasta llegar a una encrucijada. Un camino subía y otro bajaba. Ya varios compañeros se veían fatigados, yo ya no sentía el pie y Diana no se veía muy bien. Siddaharta, Irene Keren y no recuerdo cuantos compañeros más habían quedado muy atrás. Así que decidieron no esperarlos.
Apareció la primera mariposa posada en el piso y atrajo la atención de las cámaras, Luego otra paso volando bajo, después una más posada en el piso que parecía moribunda. Poco a poco aparecían alrededor del camino. El guardia decía una y otra vez que evitáramos pisarlas. Nos desviamos por una especie de bajada empinada cubierta de hojas secas. Bajamos más y las hojas secas nos parecieron extrañas, al poner mayor atención notamos que no se trataba tan solo de hojas secas si no de mariposas muertas, cientos de ellas. Atrás se escuchaban lamentos y semillantos de compañeras que sufrían al ver tantas alas naranjas amontonadas en el piso y que seguramente más tarde serian a ser alimento para las plantas insectos y para fertilizar la tierra. Llegamos a una especie de claro en el que había un árbol que me gusto mucho, un árbol muerto, seco pero con las ramas más extrañas que he visto en mi vida. Seguimos bajando por el empinado “camino” y cuando salimos a otro camino mas marcado había una discusión entre un maestro y un guía. Ya que parecía que un grupo de alumnos y un maestro se habían ido por un camino equivocado, seguimos al guía ya que nos daba mayor confianza y nos llevo tras de un terreno enrejado hasta otro camino desde donde observábamos a un grupo de compañeros maravillados señalando a su alrededor y filmando o fotografiando todo.
Cuando nos acercamos vi que todo sobre el grupo de personas se movía y que había un montón de manchas anaranjadas volando. Eran mariposas, miles de ellas, en todas partes. Cuando entramos al pequeño claro todos parecían sorprendidos. Los árboles estaban completamente cubiertos de hojas anaranjadas que aleteaban, y por encima de nuestras cabezas cruzaban ráfagas de olas naranjas que iban de un lado a otro sin dirección es especificas. Había una especie de sonido de hojas secas en todas partes. Un grupo de compañeros estaban placidamente recostados en la orilla del camino mientras miraban el espectáculo tranquilamente, mientras otros compañeros parecían periodistas persiguiendo a una celebridad con sus cámaras. Otros solo hablaban entre ellos mientras otros más jugaban con las mariposas que se posaban en sus cabezas o se enredaban en su cabello.
Tomé varias fotografías y me sentí contento de estar ahí.
Unos minutos más tarde algunas alumnas comenzaron a reclamar que ya se sentían cansadas y que deseaban irse. Así que tras unos momentos de discusión nos pusimos en marcha. Esta vez tomamos un camino diferente, aunque volvimos a pasar por el mirador. De regreso me sentí aún más agotado y sentía mi pie hecho pedazos, También Claudia y Diana estaban bastante mal pero no se podía hacer mucho hasta no llegar a los camiones que estaban a una hora de distancia.
Perdimos rápidamente de vista a las mariposas. Ahora el camino parecía eterno. Cada que veía un sendero conocido sentía que estábamos cerca, pero al ver el siguiente sitio conocido sentía que nunca llegaríamos.
Estuve apunto de tropezar un par de veces y también salve a Diana de un par de caídas. Ella había empalidecido al igual que Claudia. No me sentía cansado, si no más bien fastidiado, odiaba a mi pie en ese momento. Maldecía al objeto desconocido que se me había enterrado días atrás dejando un sangriento agujero. Los caballos pasaban a nuestro lado a cada momento, eran desagradables y en ocasiones me espantaban.
Por fin tras una hora y quince minutos (aproximadamente) llegamos al último sendero empinado donde la tierra tenía un color más obscuro y estaba más comprimida, lo que me lastimaba más aún el pie. Fue entonces cuando al sentir la emoción de llegar me torcí una vez mas el pie lo cual resucitó un dolor el la rodilla que había desaparecido hacia varios días. Salimos del bosque y nos acercamos jadeando a Casimiro quien platicaba con algunos compañeros que acababan de bajar de los caballos.
-podemos ir a los camiones, es que no siente muy bien y necesita tomar una medicina-dije señalando a Diana
-Claro, de hecho hay que mandar a todos sus compañeros hacia allá.
-Bueno, gracias
-Caminamos a través del “pueblito” donde había un letrero que anunciaba “cosina rejional. Si ay comida corrida barata” y llegamos a donde estaban los camiones. Mi alegría se escapó al encontrar el camión cerrado y vacío. Esperamos un par de minutos tratando de llamar la atención pero nadie se acerco, así que camine hacia el resto de los camiones y solo vi a un señor parado sin hacer nada.
-¿Podrían abrir el camión tres por favor?-le dije, y hablo con alguien a quien no podía ver, no entendí lo que dijo
-¿El tres?
-Si
-Van...
-Salio un señor gordito y moreno de atrás de otro camión y con un paso desesperadamente lento y tranquilo abrió la puerta del camión y nos dejo entrar. Llegue hasta mi maleta donde tenía un pequeño botiquín. Limpie la herida que como sospechaba se había abierto una vez más y me coloque una gasa nueva. Diana tomó su pastilla y luego el camión se comenzó a llenar de gente que comía.
Bajamos del camión y fuimos al “pueblito” a comprar pan casero, jugo y frutas para comer.
Al regresar al camión este ya casi estaba listo para irse. Faltaban, una vez más tres compañeros. Hubo varios intercambios de pasajeros entre los camiones y platicas de ventana a ventana entre los distintos camiones.
Salimos como a las cinco del lugar. Dispuestos a soportar otras cuatro o cinco horas mas de carretera.
Pasaron otra película de dibujos animados que comenzó con una insoportable canción que hizo que me retorciera en mi asiento. Hicimos una parada más para pasar al baño y ahora si decidí bajar. Pero al llegar al baño me encontré con dos compañeros enojados y esperando afuera del baño. Intente abrir la puerta y un grupo de mujeres que reían la cerró.
-Se apoderaron de nuestro baño, ahora los dos son baños de mujeres-me dijo uno de mis compañeros.
-¡Apúrense!-Les grito
-Están mal ¿no?, es que tienen una vejiga muy pequeña…
-no respondí y me di la vuelta a esperar que el baño volviera a la normalidad.
El resto del viaje me la pasé acostado cómodamente, platicando y escuchando música, intentando ignorar la película y los gritos de Diego Chacón que se convirtieron en amigos inseparables del ruido del motor durante todo el viaje. Se hizo de noche sin que lo notara. No me pareció tan largo el viaje de regreso. Cuando me di cuenta el camión se había desviado y no se por donde nos había sacado. Pero al final llegamos puntualmente a la escuela, donde ya esperaban varios padres parados afuera de la escuela.
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