Salir fuera y contemplar la noche, nublada, fría y apacible. Entre llantos sentir y percibir ser sentido, entre espejos eternos de profundo amar. Silencio es destruido, en tan solo un segundo, en tan solo un instante, que viaja a la velocidad de la luz… y no te das cuenta, de que todos los parches que cerraban tu corazón, ahora ya no pueden contener toda la pesada carga de sentimientos, que te echaste al hombro tan solo por creer en el autocontrol. La bondad se apiada de tus ojos, y estos se inundan de hermosos cristales y profunda sinceridad, que nunca podrías haber alcanzado tal supremacía de saber que existes, y que sientes, y que no estás solo… solo en tu sufrir, o en tu bendito elixir.

Puedes sufrir el peso de toneladas inicuas, que endemoniadas planifican tu muerte, desde la oscuridad de las profundidades de tu corazón, que quiere verte sobre el suelo… pero cuando no aguantas más… tu cabeza se te cae sobre la tierra… el cuerpo exhaustado pide ayuda en un gemir tan sincero e inocente, que inmediatamente, te sientes comprendido, escuchado, amado… y finalmente acompañado. ¿Quién es el encargado?