Hubo un día en que vi como mi vida surgía lentamente con una revolución que nunca he sabido descifrar, como una gran incertidumbre que condiciono todo aquello que sentía. Creo que aún me sigue pasando.
Comenzó entonces una lucha constante con lo que soy, lo que debo ser y lo que debo ser; mí propio interior es algo que no conozco y creo que mucha gente siente algo muy similar, recuerdo que comencé a escribir casi por casualidad, seguro que un día en el que intente descubrir qué se sentía al leer esas sensaciones, era como si estuviera confesándome a alguien que simplemente se limitaba a escucharme de modo incondicional. En ese instante descubrí la manera de canalizar esa energía que en algunos momentos me comenzaba a asfixiar, de algún modo extraño y con el paso del tiempo me di cuenta de algo muy raro.
Por alguna razón que desconozco siempre que me sentaba a redactar todo aquel sin fin de sensaciones, siempre, siempre eran malos augurios, tristezas, angustias o conflictos. Comenzó a convertirse en una obsesión, escribía todos y cada uno de los días que pasaban a cada momento con la sensación de que se me acababa el tiempo; casi como si dependiera de tan solo un instante para contar toda una vida. Me empujaba a mí mismo a capturar lo que relataba en el preciso instante en que apoyaba la tinta en el papel, lo hacia cada vez mas deprisa, en realidad era un juego que entretenía, siempre recordando la amargura que reinaba constantemente en todos mi momentos.