Te escribo esta misciva, por si algún día nos visitas y no estamos en casa, sepas que sin ti, no siempre pero estamos bien, no todos pero sí la mayoría, no siendo felices, pero aprendimos a fingir.

El último regalo tuyo lo destrozó M. con sus manos, el primero lo destrozaste tú, con la ausencia, y lo que prometiste nadie lo tocó, pero tampoco llegó solo, es más, nunca... como muchas otras cosas no tuve.

Por si un día te animas a ver como somos tus dos hijos, te cuento que el mayor ya no existe, al menos como esperas tú, y el segundo tampoco, al menos eso espero yo.

Te digo simplemente que me hiciste mucha falta, pero mi madre, tonta acaso se encargó de encontrar alguien que nos golpeara en tu lugar, incluso aún más, mucho más.

Te platico, sólo por si te atreves a como nunca, dar la cara, que lo único que me heredaste fué un gran dolor y no sólo de espalda, pero que sigue pesando sobre mis hombros.

Poniéndote al día, te comento que tengo otros dos hermanos a los cuales apenas conozco, y sé por la abuela paterna que nunca tuve (tu madre), que cuento con dos "hermanos" más, ¿o me equivoco?

Porque intenté acercarme, pero la desidia familiar me cerró de nuevo las puertas y no me enteré de más, por ello no volví a intentarlo, al fin y la cabo tú siempre supiste donde hallarme, pero nunca te animaste, supongo.

Como te iba diciendo, tuvimos en tu ausencia otra figura paterna, que se ocupó de destrozar nuestras vidas como no hiciste tú, pero con más violencia y tortura, ni modos.

Prohibiéndonos llamarle padre, como quisimos un día a falta de tu figura, y terminamos odiándole más lastimeramente que a tí, porque aún nos provoca pesadillas, en cambio tú sólo melancolía y recuerdos desvanecidos.

Por si acaso un día tengas algo de tiempo, después de tantos años y tocas a nuestra puerta, te informo serás bien recibido, si es que todavía hay alguien en casa, que rota con tu partida, se desmorona y cae, a trozos y gruesos pedazos de caos desatendida.

De mi madre ni te cuento, como tú la hemos perdido en la lejanía, pero ella si vive en, por y para nosotros, como seguramente hiciste tú por tus hijos, por su bien lo espero.

No se casó de nuevo, fuera a cometer el mismo error que contigo, pero viviendo para trabajar se omiten muchas cosas, y acaso se cometan más ignominiosos errores, es humana y para haberse partido el lomo desde los quince, no la culpo, la adoro como no supiste hacer acaso tú.

Finalmente te explico que no te odio, y si vienes a vernos platicar podremos supongo, para hacer de cuenta que nada ocurrido ha, y que andabas de viaje y no haciendo otra vida dejándonos en el olvido, sin reyes ni compañía en los festivales organizados para señores como tú.

Sirvan ojalá, las disculpas todas para olvidar los insultos de los niños, que nos injuriaban mientras lavando coches nos ganábamos algo más que burlas y un trozo de pan.

Haré de cuenta que te quiero, pero no prometo llanto ni abrazos sentidos, fingiré una vez más que soy un hombre fuerte, hecho y derecho. Pero de algo puedes estar seguro: Lo que soy, lo hago para parecerme menos a ti cada día. Nunca seré como tú, "Papá".

P.D: Gracias a ti y a M. por darme un modelo a no seguir, y destrozarme con ello la vida, ahora tengo algo que reconstruir y hacer, no será difícil superarlos. Saludos.