En un lugar de internet de cuyo nombre quiero acordarme, no ha mucho tiempo que navegaba un cuentero de los de teclado con ñ, monitor cascado, ochenta gigas de memoria e impresora barata. Marisco del bueno, callos con garbanzos, tortilla de patatas las más noches, de restaurante los viernes y lo que restase los sábados, consumían tres partes de su hacienda. Entre semana, chaqueta y corbata, para el resto pijama y bata. De edad indeterminada era de complexión agradecida, ni alto ni bajo, de rostro peculiar, no seco de carnes, gran madrugador pero también amigo de la noche. El sobrenombre poco importa y si saber que nada ocioso era, gran trabajador, amigo de sus amigos y de los amigos de sus amigos, perezoso en la crítica, abundante en el elogio, enemigo de las intrigas y escribidor potente.
De tanto amar la vida loco por ella estaba, y a cuanto más vivía más locura, se enfrascó tanto en vivirla que se pasaba los días y las noches viviendo y hasta vivía cuando dormía.
Rematado tanto su juicio de tanto amar la vida vino a dar con el más extraño y loco pensamiento, decirle al resto del mundo que viviesen también la vida, así que le pareció conveniente para el efecto de su industria sentarse en su silla, encender la pantalla y hacerse cuentero andante. Lo primero que hizo fue limpiar sus antiguas armas, sacó brillo y pulió las más bellas palabras, desempolvó la gramática, zurció la semántica y aderezó su ortografía.
Púsose sobrenombre, algo nada rimbombante y atizando a su intro comenzó a navegar por el azul de la página, pensó en buscarse dama pero habiendo tantas pensó mejor enamorar a todas para así ninguna quedase agraviada por tal afrenta. Una vez todo compuesto salió hacia el camino sin que poca cosa aconteciose más poco a poco fue reconocido por sus letras pero aún más por su locura vital y a todo aquel que encontrase por la red le insuflaba parte de ella. En alguna ocasión topó con gigantes de dedos maléficos nada amantes de su locura, entonces él enderezaba su teclado y gritaba a los cuatro vientos:
-¡Oh bellacos hideputas, juro por mis amadas que rebanaré vuestras cabezas llenas de mierda!
Los dejaba boquiabiertos con la elocuencia y belleza de sus cuentos abriendo surcos de admiración y leyenda, haciendo amigos por doquier, abriendo puertas que llegaban al corazón y desfaziendo entuertos a diestro y siniestro. Vigilad, no anda lejos, tal vez vuesas mercedes tengan el gusto y la honra de cruzarse con él, es fácil de reconocer, siempre lleva una sonrisa que con gracia presta a quien la solicita.
Esta historia es mucho más larga pero no sigo, tengo entendido que está por aquí un tal Miguel de Cervantes, putero y plagiador.
Espero tenga buena acogimiento y honra la suerte de esta historia entre amantes del buen arte y de tanta erudición, se despide:
Luis Barrasa Martínez(Barrasus), Sevilla 6 de marzo de 2005
Nota: Esta columna va dedicada, por supuesto, en general a todos los cuenteros andantes y en particular a Rafa y Rodrigo, porque aman la vida y ayudan a los demás a disfrutarla, va por ustedes.
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