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Inicio / Cuenteros Locales / mi_mundo_paralelo_y_yo / La mesa está servida

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Me coloco frente a mi comida, un grande y jugoso filete de cerdo en su punto y me veo incapaz de pincharlo con el tenedor para hacer una precisa incisión con el cuchillo en su cara externa, es como si la cara del cochinito pintada en el filete me hablara, gimoteando, con ojos llorosos y diciendo -¿qué me estás haciendo?- no puedo, me siento una asesina, ¡qué sentido de culpabilidad más malo!, parece que me dijera –no lo hagas, yo no lo haría- así no hay Dios que coma. Dicen que es normal, que el comer entra en el correcto desarrollo de la cadena alimenticia, que se supone que nosotros somos uno de los grandes predadores, bla bla bla…pero de seguro a esa gente no le hablaban los filetes que reposan en el plato.

Hoy, merendando con unos amigos (increíble notar que la mayor parte de las concentraciones humanas se producen por/para o durante la comida ¿qué hay de la conversación? ¿es la comida un medio para conseguir el fin de la compañía y conversación humana o más bien el fin al que inconscientemente aspiramos y con el que soñamos?) hablamos de la gente que toma como iniciativa el comer sola y exclusivamente los frutos caídos, ya maduros, de los árboles, una teoría muy bonita, idílica, utópica, en armonía con el ecosistema…pero claro, de pronto, yo me imaginé varias situaciones que podrían darse: una de ellas, en la que una manzana o naranja, colgada del árbol, como si de un simio se tratase, y mirando hacia abajo, exclamara –ea, pues ahora no me tiro y os jodéis, ejej- y, otra, más probable, en la que todo el mundo hubiese tomado la firme determinación de, como dije antes, sólo comer aquello que cayera de las ramas de los árboles o arbustos, por lo que al convertirse esto en el alimento único y exclusivo de la población mundial, se produjera la escasez de estos productos y, en arrebatos provocados por la inanición o no ingestión habitual de alimentos, se viera a un grupo de personas al pie de un árbol pegándole empujones para derrumbar la ansiada y oblonga ambrosía mientras peleaban entre sí.

En fin, que la comida, la base de nuestra subsistencia, nos persigue, rodea y envuelve como si de un grande y todopoderoso come-cocos se tratase…hay miles de personas en el mundo que no tienen que llevarse a la boca, mientras que en otras ciudades más al norte, en restaurantes de lujo, se pagan cuantiosas cantidades por comer una porción de algo, con un chorrito de una exquisita sustancia y decorado con tres mínimos fragmentos de alguna exclusiva verdura multicolor de cultivo minucioso o se desechan alimentos en perfecto estado. Esta vida es una contradicción.

El otro día sin ir más lejos, me encontré con mi tía y ésta inspeccionándome de arriba abajo con expresión crítica, y no sin cierta preocupación, me espetó –tienes que engordar, ehhh, tienes mala cara ¿tú comes? Seguro que no, mañana te hago unas rosquillas y le digo a tu padre que te empiece a dar vitaminas…- yo, anonadada, me encogí de hombros, entendiendo ella con esto un gesto afirmativo en lugar del real de resignación.

Pienso que el 80 % del tiempo comemos por rutina, por gula en muchas ocasiones (me comería ahora una vaca rellena de pajaritos fritos, pero ¿para qué si no tengo hambre?), el hambre, en algunos aspectos es similar al dolor, está dentro de nosotros, es psicológico.

Por otro lado, está el tema de los tabúes alimenticios –yo no como algo que huela/sepa…del tal o cual forma- y no nos damos cuenta de que comemos de una determinada manera porque hemos nacido dónde y cuando lo hemos hecho (pese a que mi madre lo niegue cuando ve a los japoneses engullendo manitas de cerdo con todos y cada uno de sus pelos en el canal “Cocina del mundo”); si en lugar de nacer en España y comer paella, gazpacho, etc., lo hubiésemos hecho en Corea, veríamos completamente normal el comer perro o, si por el contrario, lo hubiésemos hecho en la India, el eructar tras ingerir alimento, sería síntoma de conformidad con lo comida así como de agradecimiento y satisfacción por su buena calidad y sabor.

También la globalización llegó a la comida y ahora uno puede encontrar un McDonald’s o un Kentucky en mitad del desierto o un restaurante griego al otro lado del charco.

En fin, que la comida da para mucho, aparte de sustentar los cuerpos con que nos a vestimos y en los que almacenamos eso que algunos consideran útil y se empeñan en llamar cerebro. La mesa está servida, no olviden echar una pizca de ironía. ¡Buen provecho!

Texto agregado el 05-03-2005, y leído por 301 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
19-05-2006 Así que es por eso, ¿eeeeh? ¡¡Te ablan los animalejos en el plato!! Humm... Muy buena reflexión. Humm... tema conflictivo este de la comida, del derroche... de nuevo la pobreza, el no poder derrochar... Mis cinco estrellas, lo hablaremos. raes
22-07-2005 pues a mi sí que me gustó... muy buena la reflexión***** amayrany
18-06-2005 La verdad no entiendo tu punto. En primer lugar no creo que la gente se prohiba comer ciertas cosas ( a menos que sea por salvar su vida) y pues si el mundo se globalizó y si, Mc Donald´s esta hasta en la esquina, pero ese es el curso de la historia, estoy seguro que esto no va a continuar así por siempre. De todas formas me hizo pensar tu texto. Gracias Ricardotr
27-05-2005 será que es mejor la comida social? creo que si, pero, como dice la anemona, cualquier encuentro es una ocasion para dar el bajo a un monton de comida de cualquier tipo y es que es tan triste tener hambre y comer solo, o tener hambre y no tener un mango para comer, una reflexion que llega a dar hambre de o buena que esta. cinco chuletas de cerdo en forma de estrellas. curiche
25-04-2005 El cerdito, lloró cuando se encontró en la basura y vió que su sacrificio había sido en vano Peter_6
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