Apéndice;
Se baja el talón y la gente, exultante y de forma unánime, se abajan los pantalones y empiezan a cagar en su pequeño rincón de la butaca, que, como es bién sabido, es un toque indiscutible de buenas maneras y glamour. Los ricos de las tribunas són los primeros de lanzar la mierda hacia los demás conciutadanos, y abren camino al juego final que se repite en cada espectáculo cada vez que este ha gustado mucho al público, y que consiste en lanzarse la máxima cantidad de mierda los unos a los otros, tantas veces como sea posible. Así pues, por si alguien no sabía de donde provenía la expressión usada en el teatro “mucha mierda”, ahora ya lo sabe, así como los interesantes modales de los conciudadanos de la época de la maria castaña, pero la de verdad, ¡eh!, la que vivía en la cabeza de una aguja, por allá cuando los chimpanzés empezaban a destruir sus casa, esos bonitos y redondos árboles en el que vivían, y de la madera que sacaban se construían otra casa, esta pero, con una estufa a base de sangría embotellada. La próxima idea sería destruir el mundo para poderlo reconstruir después, así que los chimpanzés decidieron coger al tonto de turno, que de estos siempre hay, y lo entubaron para así poder seguir divagando por los bosques llenos y maliciosos y hacer buenas ecuaciones de la suceptibilidad eterna. El hombre que se conoce hoy día estava al caer....