Las desventuras de mi Poodle-Gato son muchas, la ultima fue cuando estaba nadando en las ramas de mí viejo aguacatero, cuando de repente el móvil donde comían los mapaches se volteo, y lentamente subian las fresas una por una hacia el cielo, yo ya no podía hacer nada, simplemente veía caer una que otra de las gotas de cristal-sangre que brotaban de las fresas, en eso una gota cortó un ala de mi Poodle-Gato, todo fue tan rápido, no pude encontrar la gota de cristal-sangre que le corto su bella ala turquesa, son tan difíciles de encontrar, cuando caen, al sentir el rojo de la hierba caliente se derriten inmediatamente, así que tome a mi Poodle-Gato lo lleve a la casa.
El camino de regreso paso sin novedad, para aguantar el calor del cabello negro del astro solar, tomaba de vez en cuando el jugo del ala herida de mi pobre Poodle-Gato, llegando a la casa lo recosté en el diván ese que uso para contarle mis sueños, los sueños de la realidad que son tan atemorizantes, mi pobre Poodle-Gato lloraba lagrimas en nota Do, esto era alarmante ya que cuando lloraba en esa nota es que de verdad le dolía.
Busque la medicina que mi abuela me dio para los dolores del corazón, desgraciadamente solo quedaban unas gotas suficientes para matar un desamor, pero insuficientes para curar un ala rota, mi pobre Poodle-Gato se quedaría sin un ala, solamente podría enamorarse a medias, que tristeza sentí por él, yo que quería que tuviera crías, las crías son excelentes compañías para viejitas solas o niños traviesos, pero ahora lo único que podía hacer es resignarme.
Así pasaron los meses, mi Poodle-Gato empeoro cada vez mas, no comía nada más que jugo de fresa, irónicamente, del mismo árbol que dio la fresa que le corto el ala, yo creo que quería ya morirse, ya casi no se movía, le gustaba estar en su cama observando la luna y con sus hijas las luciérnagas juguetear con la mirada...
La muerte de mi Poodle-Gato fue a mi pesar muy divertida, murió ahogado en un vaso, que sin querer deje junto a la ventana, en esa ventana esta su cama, no se porque todavía la conservo, talvez para que duerman los mosquitos que se alimentan de la sangre de la televisión, pensándolo bien la televisión es el mosquito que se alimenta de mi y que duerme en la cama de mi ex Poodle-Gato.
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