Aprendí a leer al revés en las noches que no lograba conciliar el sueño. En un principio con leer algunas páginas de cualquier libro me bastaba para caer profundo hasta la mañana siguiente. Después los libros que tenían algún interés empezaron a causar en mí el efecto contrario. Entonces me dediqué a buscar textos que no hubiera leído ni el que los escribió por malos y aburridos.

Mi primer gran descubrimiento fueron los textos de tecnologías obsoletas como IBM Journal of Research and Development, Volume 26, 1982 o Manual de Operación, Mantenimiento y Servicio Airborne Avenger, Atari, 1977 o el último que leí Selección de Componentes en Electrónica: Guía del “Savoir-Faire” de los Circuitos Electrónicos. Machut, Jean Francois. MARCOMBO, S.A. 2003.

El valioso tesoro reposaba por lo general junto al equipo en mención olvidado y lleno de polvo. Me abastecía de ellos en los cuartos de checheres de las casas de mis amigos que cuando niños preferían no salir a montar bicicleta o jugar fútbol por quedarse terminando el juego nuevo de Atari, después de Nintendo y que ahora siempre tienen el último computador, el teléfono celular más pequeño, agenda electrónica y la conexión más rápida a Internet.

He de reconocer que en la infancia los consideraba amigos perdidos y no lograba encontrarles ningún valor. Qué lejos estaba de conocer el papel fundamental que jugarían en determinado momento de mi vida. No sé que hubiera sido de mí sin ellos. Aun hoy me los encuentro y no pueden dejar de decirme “vos siempre tan apático a la tecnología”.

Al cabo de algunos años por sosos e insulsos que fueran los textos de reliquias electrónicas, perdieron su atributo relajante y fue cuando entré en pánico, sentí que estaba condenado por siempre al infierno del insomnio. Nunca se está dormido y nunca se está despierto. Es un estado permanente de desgano.

Cuando ya había perdido todas las esperanzas y me aferraba a la fe y a la vida espiritual como única forma de soportar mi suplicio encontré la solución. Para no faltar a la verdad, ella me encontró a mí. Trabajando como funcionario publico en la Alcaldía Municipal, me fue asignada la tarea de ordenar los viejos archivos. Me dirigí hacia el ultimo sector del viejo edificio quitaría lo del fantasma(donde los vigilantes afirmaban habitaba un fantasma). Abrí la puerta y me encontré miles de textos apilados por montones sujetados con guascas que llenaban varias habitaciones. Tenia la certeza que esa puerta solo se abría una vez cada cuatro años para tirar todos los documentos e informes del gobierno saliente.

Ante la magnitud de mi tarea mi primera sensación fue de desconcierto, pero cuando puse los ojos en la primera línea de la primera hoja del primer texto supe que mi búsqueda había terminado. Tenía en mis manos la solución al problema del insomnio: Informes de Gestión Publica Municipal. Eran cientos, miles y como éstos deben existir unos y tantos más en cada municipio, vereda y corregimiento de Colombia. Una fuente inagotable, siempre habrá más y más, siempre existirán nuevos gobiernos y con ellos un universo infinito de textos inútiles que ni siquiera leyéndolos al revés tienen sentido.

Entonces entendí: los amigos que no les gustaba jugar y que hoy gastan fortunas en aparatos que en menos de un año estarán en el desván con sus preciados manuales y el Estado, maestro de las letras muertas, son los encargados de financiar esa maravillosa literatura para que nosotros, nosotros quiénes?, podamos descansar.