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Inicio / Cuenteros Locales / wigo / ¡Entrada \"de oro\" en la final del mundial!

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En la final del Mundial, uno de esos espabiladillos con suerte había entrado en el campo con una entrada barata, de las del fondo y por las alturas, con la que al menos podría contar a sus hijos que presenció los mundiales en que el fútbol comenzó a ser popular en Asia; a llenarse los campos, a retrasmitir partidos por televisión, y alcanzar los árbitros tercermundistas categoría equivalente a la de los europeos. Sin duda fue trascendente aquel mundial, y las gentes del inmenso continente aprendieron que “el reglamento es el reglamento”, y que no se puede saltar a la torera como tantas otras cosas de la vida. Lo cual mejoró la vida y la política en general de todos los países asiáticos. Se aceptó que la Constitución es la carta magna de los habitantes de una nación, la que todos deben respetar y hacer respetar. Que el resultado final de las urnas es el que manda, guste o no guste. Etc.


Nuestro hombre penetró por una de las bocas del campo que no era la que le correspondía, sino que se vio frente a las localidades caras, con magníficas butacas, incluso la gente llevaba corbata y tenían aspecto distinguido, como si estuvieran en un concierto de música seria, o algo así. Cerca estaba el palco de la FIFA y aledaños. ¡Por fin se había llegado a la gran final, y coreanos y japoneses se sentían orgullosos de la calidad de la organización desplegada! Se podía decir que el mundo había cambiado a partir del 11-S... y del mundial de Corea. Todos en sus butacas parecían ser conscientes de ello. De pronto vio un asiento vacío e inspeccionó para ver si podía ser de alguien a simple vista, pero no, nadie aparentaba ser el propietario de aquel privilegiado asiento para ver la final del Mundial.


Muy educadamente, preguntó si estaba ocupado aquel asiento, “no, está libre, puede sentarse si quiere”, le contestó el señor de la butaca contigua. Así que nuestro hombre no se hizo rogar y se sentó rápidamente. Al cabo de un rato, reflexionando sobre su suerte, comentó en voz alta: “¡Resulta increíble! ¿Quién puede tener una localidad cómo ésta para la final y no utilizarla?”, “Bueno, en realidad la compré yo mismo hace un par de años. Era para mi esposa, siempre iba con ella, hemos asistido juntos a todos los mundiales desde que nos casamos. Ha sido mi compañera inseparable, la madre de mis hijos, ¿qué le voy a decir? Pero desgraciadamente ha fallecido” –añadió el hombre de al lado. El avispado se quedó cortado, que se dice, y se volcó en disculpas, “Oh... perdón, debe estar usted atravesando una difícil circunstancia, lo siento, permita que le exprese mi sentimiento”. Unos minutos después, nuestro hombre no acertaba a encontrar explicación de su buena suerte; iba a ser la envidia de todos a quienes se lo contase. “¿A que no sabes desde dónde he visto la final...? “ Así que dirigiéndose a su “anfitrión” le pregunta: “¿No pudo usted encontrar a alguien que le acompañase en su lugar? Algún hijo, amigo, pariente, o un vecino, para no desaprovechar la entrada?”. El hombre hizo un gesto negativo y apesadumbrado a la vez, y después habló: “No, no ha sido posible. Están todos en el velatorio, y mañana es el entierro”.--

Texto agregado el 31-07-2003, y leído por 220 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
31-07-2003 No escrito nada pero esto lo recompensa wigo
 
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