Como todas las noches mientras escribo, se sienten pequeños golpes en mi espalda como si fueran un zancudo mas paseándose como cada oscurecer, o simplemente la mismísima niña de los ojos sublimes mirando cada letra de mis puños y queriendo en ellos tatuarse, pero bueno, solamente intento cada noche mirar aquella hoja alba y aun que aquella pequeña no actué, si hacerle creer y que con cada resbalar de la maravilla misma que ofrecen mis letras hacerla respirar sobre mi hombro aun que este extinta o simplemente esas poses entre el engañar de su vida y el observar de tamaña telepatía absorber sus orificios de energía que se sitúan a cada instante entre mis capas de piel como si fueran una fraseología y claro, hacer reír a esa niña aun que sus gestos no me entiendan, y que mas da, Expresar el aroma a cruz que ella no puede ver y que de entre este juego de signos puede salir y su figura estallar y lento, pero muy lento, junto con los santos subir y viajar y cuando entre las nubes brille su sal hay estas frases poder encontrar y así mi mente poder alabar.