Fue el día que guardé los patines dentro de su caja dentro de un cajón dentro del armario en la piecita de arriba, como garuaba me mojé al subir por la escalera de hierro verde, las hojas de la parra me dieron frío así que bajé a tomar la leche.
Salí a la calle rumbo al cole, al pasar por la casa del Lolín me di cuenta, habían cambiado la esquina, justo por la palmera estaba Sarachaga, me paré en seco aunque estaba todo mojado, la ochava no encajaba bien en la reja de don Pepe, era un pequeño desajuste que cualquier otro hubiera pasado por alto, pero si te fijabas bién una caja de la chade tenia la curva para abajo, y en el medio de la calle había una cuneta partida por la mitad.
Yo no era el primero, ya había otra gente mirando, la de enfrente y la Porota discutían sobre quien cortaba a quien, después de un tiempo me di cuenta que las dos tenian razón porque si te parabas en Guardia Nacional y querías ir a la estación tenías que agarrar para Acasuso pero si doblabas la esquina debías ir por Virgilio hacia Bacacay.
Todos estabamos acostumbrados a que de golpe algo importante pasara en el barrio como cuando se quemó el Palace y seguían dando Rififi, pero este cambio ya eran palabras mayores, de una casa salió una chica de blazer azul y pollera tableada con su mamá llevando un paraguas.
Yo cuando las chicas van con su mamá no me meto pero ella me saludó, ahí me di cuenta que era amiga de Susi que era católica pero escuchaba a los beatles y el problema no le tocaba porque vivía en Moliere.
Hola le dije , medio dándome cuenta, ¿qué tal está Carl Orff? Le pregunté como para charlar de algo. A la final triunfó Afrodita, creo que me dijo. Y así nos hicimos amigos pero como yo bajaba en Flores nuestra relación no llegó al once; como el asunto duró varios días alcanzamos a sacar el BKF del hermano y sentarnos en la esquina a ver el cruce, bueno yo no me sentaba exactamente en la esquina porque es muy incomodo, prefería el umbral de mármol blanco con un pié sobre la tapa de osn agua.
Así me enteré que Van Gogh se habia cortado una oreja y que malena no cantaba pero un poeta nos llamaba desde un muro, un tipo de la municipalidad vino a medir y nosotros le ayudamos, era como Cuco Sánchez cantando “iban los tresen silencio, sus pensamientos rumiando” El problema era que la esquina no se quedaba quieta y así no se podía medir nada, mi mamá ni se asomó porque las cosas del barrio no le interesaban, “pero mami” le dije” si vino hasta Aldo Ferrer con el compre nacional del que todos se quejan”, “viejos son los trapos “ me contestó y yo me di cuenta que mi sugerencia le había molestado así que no insistí pensando en los puntitos del césped de las entregas.
Cuando vino Lencho todas las señoras del barrio se fueron a peinar, es que la noticia había llegado casi hasta floresta y las maestras del colegio de la calle Belaustegui prohibieron a los chicos asomarse porque había que cruzar dos veces Rivadavia. Las banderas las sacamos de Longobardi.
Ya no me acuerdo cuantas tardes duró el cruce pero si se que en ese tiempo aprendí todo lo que se y que al final un día ya no estaba, entonces Guardia Nacional se fue a morir, de pena, a Villa Lugano y Sarachaga se perdió en el barrio de Versalles.
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