No te pido que me quieras como nunca,
que me odies como lo haces,
quiero que renueves la esperanza,
que me guíes por la oscuridad de mi indecisión.
No te quiero irresoluta,
ni débil ante mi andar incierto,
quiero sentirte cerca,
atenta al vaivén cansino de mis ideas.
Quiero que al final sigas conmigo,
que tu imperturbable sonrisa me ilumine,
que le calidez de tu pelo me abrigue,
quiero que tu presencia para siempre me encamine.
Quiero que dibujes valor en mis palabras,
con un beso que calle hasta al silencio,
quiero que olvides tu mirada perpleja,
y me traigas la felicidad para poder entenderte.
Sólo quiero que me esperes,
cuando el tiempo apremie,
cuando el infinito tenga límite,
cuando mis manos no sean más,
que dos siervos de tu belleza,
de tu silueta brillante,
de tus ojos de princesa.
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