Alguna vez conocí a un tipo que decía que su mujer lo había embrujado, yo le creí. El hacía grandes cosas por ella, se inspiraba con ella, su vida era ella. Ella embrujó al hombre que deseaba con una fórmula irrepetible, una pócima excelsa para su caso, jamás antes alguien había podido lograr un hechizo tan inmejorable, casi perfecto. Jorge, el tipo, no dejaba de irradiar ideas, cosas para su mujer, inventaba cualquier cosa para seguirla conquistando, sin embargo el ya la había conquistado, con el solo hecho de mostrarse frente a ella, pero ella jugaba sucio, lo había embrujado.
Después de comparar con algunos otros casos de amor por una mujer, me di cuenta que la brujería en este sentido puede ser casi idéntica al enamoramiento, o al amor en sí. Algunas veces me imaginaba que yo podría estar embrujado, o enamorado, que se yo, me siento bien haciéndolo.
Uno de los casos con los que compare era muy diferente, Celis la había encontrado toda a su forma, su complemento de vida, la amó para la eternidad. Celsa era perfecta para él. Sin embargo, en este caso ella no embrujo a Celis, fue la chispa adecuada detonada en el instante exacto. El amor se dio sin más ni menos, sin exigencias, nació del alma y ser de Celis. Celsa puede que no lo notara en un principio pero la actitud de Celis lo terminó delatando, las cosas que hacía por ella también.
Descubrí que la diferencia entre la brujería y el amor es grande. Brenda, la mujer de Jorge, no era del todo feliz con lo que recibía de él. En cambio, Celsa no necesitaba de Celis, pero cada detalle que él hacia por ella la llenaba de una gran felicidad, solo instantánea pero era felicidad.
Algo que también noté, era que si Jorge se alejaba por un gran lapso de tiempo de Brenda, este tendía a dejar de hacer cosas por ella, de “amarla”. Todo lo contrario de Celis, el no podía aguantar mucho tiempo sin tratar de hacer cosas por Celsa.
Un día encontré una mujer que yo decía que me había embrujado, pero después de comparar mi caso con los dos antes contados me di cuenta que en verdad sentía algo por esa mujer. Mi intención para con esa mujer siempre fue darle lo mejor que tengo, y la verdad que yo solo esperaba que lo aceptara con gratitud y nada más. El sentimiento era sincero y bello. Con esas palabras podría intentar describirlo pero en verdad que eso no es descriptible. Bueno, la verdad es que solo me sentía bien haciendo cosas por ella y el día que dejé de hacerlas me sentía atorado, a veces triste o melancólico. Ahora me doy cuenta que negar algo que sientes es antihumano, es el principio de llegar a ser tu opositor.
Dedicado a Mayte S. Galindo |