¿Se conocen?... Esa pregunta hecha por nuestra mutua amiga, abrió un instante un cielo qué tus ojos fueron la llave.
La tibieza de tu mano, tu elegante conversar.
¿Será esto amar?
La risa premio a mis esfuerzos; por tu alma agradar, sonaban en mis odios como música celestial.
La tarde se perdían en una suave penumbra.
La impertinencia de nuestra amiga...¡tarde es, nos van a regañar!
Tú me prometías, mañana ese refresco juntos tomaremos.
Esa noche no dormí, Tu esencia estaba en mi.
La escuela fue un tormento, pues el crepúsculo, se negaba a llegar.
Mi mejor loción, la preparación de la entonación para contigo hablar, ¿ronco?...tal vez suave?
Dios... ¿cuando por fin el día va a pardear?
El reloj lento avanzaba, a lo lejos yo miraba, buscando la figura tan deseada.
Tu risa me hizo de mi sueño despertar.
¡Estabas ahí!...Tal era mi deseo, que no te vi llegar.
Mi mano se estiro y recuerdo ese amargo ¡Mucho gusto! Que expresé tratando de
disimular, mi gran pesar.
Te presentó a mi novio, todavía lo tengo grabado a fuego.
Y menos aún la terrible humillación, cuando él...¡él tipo aquel!... acaricio mi pelo y
riendo con ella, le preguntó:
¿Es el hermano pequeño de tu alumna de secundaría?
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