la protegí del niño maldito, abusador,
y de las niñas celosas, absurdas simplezas.

“tú eres mi guardaespaldas”
y me creí un arcángel
con una espada de fuego de fuerza celestial
y alas de poder electrogeneroso.

pero el caramelo en mi bolsillo fue lo único que pude
ofrecer a sus pies. fue lo único que pudo dar
un depravado como yo.

“chao amor mío!”
me grito,
y fue más de lo que una inocente chiquilla
pudo dar a un depravado como yo.

te espero, quizas como mi amante.
quizas como la enfermera que cuide de mi vertiginosa vejez progresiva,
o seas la nada, eso imposible de recordar en una vida atormentada.
entonces, por el poder del cariño sincero,
addio piccola litania!
addio!