Solo el sonido lejano de una misteriosa gotera interrumpía el frío silencio que estaba instalado en mi habitación de aquel quinto piso. Sentado en penumbras, apenas distinguía sombras. El día estaba decidido a morir. Poco importaba, si las luces empezaban a nacer, desplazándose lejanas y ajenas a todo cuanto sentía.
Seguía aferrado a la ilusión de que el tiempo en su avance borraría todo, y que el alcohol podía ser cómplice.¿Como buscar aquellas razones que antes nunca tuve?. Hoy más que nunca quería apagar los ecos. Cerrar los ojos, y que el tiempo avance. Después de todo, las desilusiones podrían ser consideradas como normales. Es la vida dijo alguien por ahí. Vida que era incapaz de vivir, vaya contradicción.
Apuré otra copa, el proceso debía transcurrir lo más rápido posible. Las ideas e imágenes cada vez mas borrosas. Pronto encontraría ese botón de "reset" que necesitaba.
Necesitaba aire. Me acerqué a la ventana, con unos pasos que no eran míos.

Un cristal rompiéndose quiebra la calma que era compañera.

El silencio regresa, entre luces rojas.