Inicio / Cuenteros Locales / isa-bell / Amor de serpiente
Cuando llegó a la oficina su aire altivo parecía anunciar que era especial. Su extrema fealdad hacía resaltar el brillo extraordinario de sus ojos pequeños y fijos. Me tendió la mano y un escalofrío me revolvió el estómago. Sus dedos estaban helados, ásperos.
Sé que sintió mi repulsión, lo pude leer en sus gestos. Con su enigmática sonrisa, a partir de aquel día me lanzaba miradas que me sacudían a latigazos. Y no sé cómo llegué a aquél estado, pero un buen día no pude más y me abalancé sobre su cuerpo, besándola desesperado. Ella se dejaba y se reía de mí a carcajadas. Sabía que yo necesitaba cada vez más su lengua fría y sibilina porque ansiaba la sustancia que escondía entre sus ademanes de mujer hermética.
Pero un día se fue. Me quedé en estado de estupefacción. Ya no pude dormir, mientras la veía entre sueños de fiebre, saludándome y riéndose a carcajadas, la maldita, negándome su maldito amor de serpiente.
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Texto agregado el 01-03-2005, y leído por 262
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