DEPENDE
Cierta vez, en una entrevista a un oficial caribeño que tenía el poder por un golpe de estado, le preguntaron si “tenía paz interior”.
El respondió que sí, que había logrado la paz interna después de eliminar a todos los que no pensaban como él. Así, se había asegurado que en ninguna provincia de la isla existieran ideas en su contra.
- Y… ¿Cómo sabe lo que piensa su gente? – preguntó el entrevistador.
- Mmmm…
Desde aquella pregunta y para no dejar cabos sueltos. Comenzó matando a todos los que considerara contrarios a su causa. Un guiño, una sonrisa, una palabra o un simple gesto podían ser tomados como una crítica a su gobierno y una sentencia de muerte
Todo terminó, cuando su más cercano colaborador tomó un arma y le descerrajó un disparo al dictador. Luego, con la calma del buen hombre, se sacó una pelusa de su uniforme, cerró en silencio la puerta de palacio y se fue silbando una canción. No le importaban las represalias ni que alguien lo escuchara porque era el único ser vivo en la isla y eso daba un grado de soledad que aturdía y condenaba a muerte de otra manera.