EL CARCELERO, EL CONDENADO
El Carcelero observaba su comida. Frente a él, el Condenado, también de cena, miraba a través de las rejas una estrella de indescriptible matiz.
- ¿Qué miras? – preguntó el Carcelero.
- Una estrella – contestó.
- ¿Y que tiene?
- Nada, sólo brilla.
Un gruñido terminó el diálogo y el Carcelero ahogó un eructo con la boca llena. Aún así, se llevó otro trozo de pan a la boca. Terminó de comer y con un suspiro palpó su estómago satisfecho. Observando un rincón, acarició su barba y se dirigió al prisionero mirándolo a los ojos por primera vez en todos los años.
- Y esa estrella – preguntó por fin- ¿qué tiene?
- Nada – contestó el Condenado - sólo brilla entre otras que también brillan. Entre la multitud, la soledad se pierde. Entre la abundancia, la escasez se olvida. En fin.
- ¿Eres sabio?
- No, sólo contemplo y gozo lo que no volveré a contemplar y gozar. La libertad se vive cuando las paredes encierran.
- Mmm… creo que entiendo
Y el Carcelero, abriendo las puertas de la celda indicó:
- Vete, estás libre.
- Pero… ¿es una broma?
- No. Vete, estás libre – reiteró el Carcelero.
- ¿Por qué?, no entiendo.
- No hay nada que entender, sólo vete.
- Te condenarán.
- Así será. Quizá así también, pueda yo contemplar y gozar lo que no logro contemplar y gozar estando de este lado. Sólo vete, también quiero contemplar la alegría de la libertad.
|