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Inicio / Cuenteros Locales / ganga_g_dasi / EL LABERINTO

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I

En mis sueños yo caminaba a tientas y muy asustada por aquellos espantosos túneles de un extraño y muy oscuro Laberinto. No comprendía de donde había venido ni hacia donde me dirigía... Sólo me movía... De pronto vi una pequeña lucecita que parpadeaba señalándome el camino y yo apreté el paso para alcanzarla y no perderla...

En otro sueño, aquella extraña lucecita fue tomando la forma de una hermosa niña de rostro muy resplandeciente con una estrellita en su frente que me decía al oído:

"¡Busca un guía!¡Busca un guía que te ayude a llegar al Centro Mismo de este espantoso Laberinto! ¡De lo contrario te quedarás girando para siempre en este eterno ciclo del nacimiento y de la muerte!".

Y yo me despertaba angustiada porque aquel Laberinto de mis sueños era el mismo Laberinto que vivía en mi vida real.


II

Un día estuve caminando por una callecita apenas iluminada. No pensaba en nada, no tenía en que pensar... Me senté sobre una piedra y traté de escribir... Quería expresar de alguna forma el dolor profundo que me causaba mi nauseabunda y absurda degradación. ¡Pero qué estoy haciendo de mi vida! ¿A dónde me conduce todo esto? ¡Tanta Arquitectura llenándola al bolsillo y para qué! ¡Si yo nunca colocaré ni un ladrillo más sobre esa enorme y gran pared! Y al levantar mi vista al frente, veo a una pequeña niña de ojos brillantes, tranquila e inocente, que también estaba sentada sobre una piedra ¡y escribiendo!

Por supuesto que al instante se esfumaron todos los improperios de mi desagradable desesperación y toda mi atención se concentró en aquella presencia angelical.

- ¿Qué escribes? –le pregunté levantando un poco la voz. Y ella con su mirada muy dulce y bella me contestó:
- Yo escribo sobre Las Grandes Verdades.
- ¡Sobre Las Grandes Verdades! –exclamé y me perdí entre miles y miles de sentimientos y reflexiones que me llevaron casi al borde de un colapso; y cuando quise preguntarle "cuáles eran esas Grandes Verdades" ella ya había desaparecido dejándome aterrada en aquel vacío de una soledad más fría y dolorosa que antes...

¡Ella escribiendo sobre Las Grandes Verdades!
¡Y yo! ¡Pobre de mí! Torpe, indigna, baja, absurda, cínica, cruel y miserable... ¡Tomando café y escribiendo qué! ¡Sólo reclamos y más reclamos! ¡Y cada vez más estupideces igual que los demás! Escribiendo sobre el amor y el odio, sobre el dolor y el placer, el éxito y el fracaso ¡Sobre la efímera dualidad!... ¡Para glorificar finalmente todo este mundo temporal e ilusorio! ¡Qué indecencia la nuestra de perder el tiempo tan desvergonzadamente! ¡Qué ignorancia! ¡Qué desatino!

Entonces de inmediato, como movida por la misteriosa mano del Destino empecé a dibujar el rostro de aquella bella niña de ojos brillantes y mirar profundo... Fueron muchos los intentos fallidos. No podía conseguir aquella expresión tan pura y ajena a este mundo. Pero de pronto me di cuenta que era otro el rostro que estaba dibujando. Las facciones eran de otra niña aunque la expresión angelical era la misma ¡Era la niña de mis sueños! que de nuevo, con su delicada vocecita me decía al oído:

"¡Busca un guía! ¡Busca un guía que te enseñe Las Grandes Verdades y te ayude a salir de este mundo de miserias! ¡De este mundo de la muerte! ¡Busca a un guía que te lleve al Centro Mismo de este espantoso Laberinto!"



III

Y así han transcurrido los años… entre mis locos sueños y mi vida real, hasta que por fin he encontrado a aquel guía, mi maestro espiritual que me está enseñando a comprender a Dios como el Gran Centro de este Infinito Laberinto...
Pero cuando ya me disponía a renunciar para siempre a encontrar a aquella hermosa niña que un día estuvo escribiendo bajo aquella enorme pared de ladrillos ¡vengo a verla al final de aquel Gran Peregrinaje!

Si, era ella misma, era ella como el retrato acabado de aquella niña pintada en lo más profundo de mi corazón y de mi memoria... Pero no podía ser ¡No podía ser! ¡No podía ser que ella estuviese allí como si nunca se hubiera ido!

Pero allí estaba... muy resplandeciente con su pureza de siempre... Y la visión de aquella estrellita en su frente fue tan fuerte que de inmediato la aparté de mis pensamientos muy atormentada, sintiendo que todo eso no era más que el producto de mi mente enferma; y por lo mismo, tuve que desechar de inmediato y en forma definitiva toda posibilidad de que se tratara de la misma persona.

Sin embargo, no he podido dejar de pensar en ella aún en contra de mi voluntad tratando de descifrar este misterio, aunque en realidad nunca hubo tal misterio, sólo una Gran Fuente de Inspiración que me invita a escribir de nuevo, pero esta vez, sobre Las Grandes Verdades o Las Verdades Eternas que día a día vamos aprendiendo de nuestros amados maestros...

Y sin embargo hoy... acabo de confirmar lo que había intuido desde un principio: Que ella también escribe... Y que precisamente en este mismo momento en que acaba de mostrarme uno de sus bellos y singulares escritos siento que mi caminar ya jamás volverá a estar solo aun cuando el tiempo y el espacio se interpongan o ella misma nunca lo sepa... porque su mensaje final es como sigue:

"¡Busca un guía en tu vida, busca ese ser que te puede sacar de la ilusión, busca ese guía que te puede ayudar a despertar tu relación perdida con Dios, busca ese faro que te puede sacar de la oscuridad... ¡Búscalo, ya!".


Texto agregado el 01-03-2005, y leído por 153 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-03-2005 Excelente. La búsqueda de un Guía. Los pensamientos de un ser inquieto espiritualmente. Felicitaciones y van mis 5* jorval
 
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