Me siento frente a mis locos a contemplar y alterar su paso mecánico e indiferente, su impávido y congestionado caminar. El hombre urbano esta destinado a sucumbir, a repetir una y mil veces sus amargos y monótonos días, como si la vida fuera un reloj en el que sus agujas avanzan iguales eternamente. A pesar de este panorama desesperanzador se mantienen estoicos, parecen no notar que el tiempo en su paso inexorable les tiene preparada una sorpresa. llegara el momento en que interrumpan su absurda carrera y bajen a observar aquello que les parece invisible.Soy muy viejo, pensaran y estarán en lo correcto, notaran que sin piedad la vida comienza a extinguirse y se llenaran de reproches y eternas lamentaciones por sus sueños inconclusos y proyectos fallidos. La idea del eterno retorno se vuelve patente y los amagos de algunos por escapar de este inmenso circulo son infructuosos, al final todos caemos.