Hoy me desperté en la madrugada, estaba acostada en mi cama, miré el reloj y me di cuenta que todavía podía dormir unas horas más, cerré los ojos tratando de conciliar el sueño –cosa que se me hace terriblemente difícil- como era predecible no pude, abrí los ojos de nuevo, y cuando los abrí tenía un espejo frente a mi cara, cerré los ojos de nuevo porque sentí un miedo terrible de mirarme, no quería mirar el espejo. La curiosidad, el sadismo, las ganas de flagelarme o que sé yo, me hicieron abrir los ojos de nuevo, pero está vez baje la cabeza antes de abrir los ojos, y en mi pecho vi una afeitadora, cerré los ojos y los abrí nuevamente, está vez había una inyectadora al lado de la afeitadora cerré los ojos una vez más ya cansada y comencé a decir algo, abrí los ojos de nuevo. Aunque esta vez estaba sentada frente a la computadora escribiendo un cuento de un milímetro que vivía en una regla blanca de un superhéroe y su ilusión era pertenecer a una película de 35 milímetros, seguí escribiendo muy concentrada cuando escuché que alguien me llamaba del cuarto del fondo cómo quejándose. "Hey!, que quieres que haga –respondí yo- no puedo evitar el sonido del tecleteo, al menos no uso una maquina de escribir. Muy molesta me paré de la computadora y me acerqué. Cuando entré al cuarto vi una muchacha blanca de cabellos negros acostada con un espejo flotando frente a su cara, una maquina de afeitar y una inyectadora reposando en su pecho.
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