Estaba entrando en la desesperación. Ya había pasado un buen rato y no encontraba ningún cliente. Seguí caminando por el centro comercial decidida a ser más agresiva. Caminaba queriendo parecer segura y que nadie se percatara de que estaba vendiendo.
De repente, el sonido de un piano me hizo voltear hacia la casa de música. Me acerque embelesada por el bello sonido y cuando me di cuenta tenia frente a mi un majestuoso piano de cola y sentado frente a el al posible cliente. Sin titubear me pare a su lado recargando mi mano sobre el piano.
El hombre estaba tan inspirado con la canción que no se dio cuenta de mi presencia, cuando termino, deje mi bolsa de Liverpool en el suelo y le aplaudí.. Él pareció regresar de su trance y me volteo a ver sorprendido, yo le dedique la mejor de mis sonrisas y no deje de aplaudir. Él, todavía atolondrado, solo reparo en decir.
- Gracias, realmente no es para tanto.
- Como no- le dije sinceramente- tocas muy bonito el piano.
- ¿Le gustaría aprender a tocarlo?
- En realidad, me gusta mucho escucharlo, y tú lo sabes tocar muy bien, en realidad tocas bellísimo- le dije, dejando que disfrutara del intenso color verde de mis ojos.
- Yo sabia que pocos hombres se podían resistir a ellos, y un hombre con esa personalidad, será difícil que se resista, va a ser presa fácil - pensé.
Hombre joven, gordo, de gesto amable y estatura mediana, su atuendo es singular, pantalón ceñido mas arriba del ombligo, dos tirantes lo sostienen y mantienen bien arriba, de esa forma el pantalón permite que se asome libremente el calcetín de color amarillo, la corbata le queda corta y de estampado lleva a Piolín, poco pelo y bien corto, usa lentes y al sonreír muestra el gran tamaño de sus dientes.
Logro analizarlo completamente mientras pienso todo esto.
El tipo no podía quitarme los ojos de encima, todo era cuestión de tiempo y entonces yo dejaría de sufrir por falta de cliente. Pasaron largos segundos sin que él supiera que hacer, hasta que por fin dijo
- Pida la canción que guste y yo tratare de complacerla.
- Complacida ya estoy- le dije y me quede pensando un momento en el titulo de alguna canción, mirando al infinito y permitiendo que el me recorriera con la vista. Cuando sentí que ya me había visto lo suficiente, baje la mirada hacia el rápidamente para hacerlo sentir mal. El pobre tipo alcanzo a desviar la mirada con mucha dificultad, al tiempo que le decía
- Imagen.
- ¿Perdón?
- ¿Qué si te sabes Imagen?
- Claro, claro respondió titubeante, mientras se acomodaba en el pequeño banco y empezaba a tocar.
Ala vez que las notas inundaban la sala, el gordito no dejaba de lanzarme miradas indiscretas. Cuando nuestros ojos se cruzaban, yo le correspondía con la mejor de mis sonrisas, mientras mi mente volaba hasta mis días de adolescente, cuando escuchaba el radio encerrada en mi habitación hasta altas horas de la noche. A las doce en punto, en Radio Hits, comenzaban las notas de una guitarra seguidas por el piano, y la melodía de Imagen hacia que se estremeciera todo mi ser, a la vez que escuchaba la voz varonil del locutor hoy tenemos que dar las gracias, gracias a quien nos permite disfrutar de un nuevo día..., y en efecto, yo tenia mucho que agradecer, había un montón de muchachos detrás de mi, algunos me gustaban y otros no, y yo conciente de mi belleza, a algunos los trataba con desdén, muchacha algo difícil siempre fui. Solo Luis aguanto tantos desdenes, algunos años estuvo insistente tras de mi, siempre estuvo ahí. Por mas que me escondiera o me le escapara, él averiguaba mi paradero y llegaba con su Mustang acelerando y haciendo ruido con el motor, y se presentaba de lo más normal. Cuando me pidió matrimonio, no lo pensé dos veces. Que tonta fui, al el insistir tanto, creí que su amor era verdadero, y con el tiempo me di cuenta de mi error, de haber sabido en aquel tiempo, de que él poseía tal inmadurez, ninguno de sus ruegos habría funcionado conmigo.
- ¿Le gusto?
El hombre ya había terminado de tocar y estaba parado junto a mí. Con trabajos alcanzaba mi estatura. Fue tal mi sorpresa que instintivamente di un paso hacia atrás. El se ruborizo apenado. - ¡Que torpe, estoy espantando al cliente! - Pensé. De inmediato corregí mi actuación, me acerque a el y tomando su corbata entre mis manos la comencé a acariciar.
- Claro que me gusto, y también me gusta tu corbata de Piolín- le dije mirándolo directamente a los ojos. Logre el efecto que quería, el pobre se puso de mil colores y empezó a retroceder. Yo no estaba dispuesta a perder a mi cliente. Así que continué con la acometida
- y la camisa roja que te pusiste, combina muy bien con el Piolín de la corbata entonces deslice mis manos suavemente, sin prisa por su camisa, hasta que llegue al cuello y se lo empecé a acomodar con toda calma, mientras le seguía murmurando con la voz más sensual que pude
- Pero ¿ cómo puede ser que un hombre como tu este tan solito en un lugar como este?
- Bueno..es que aquí trabajo Dijo tartamudeando
- Y no te han de dar oportunidad ni de salir a comer, ¿no es así? Mi vida Le dije melosamente.
- En realidad.....este....si me puedo escapar.
- Pero seguramente no has probado bocado,¿verdad? Corazón para este momento yo tenia mis manos en el cuello de su camisa y él estaba recargado contra el piano.
- Si, es cierto, ya ni me acordaba atino a decir.
Entonces, deslice mis manos lentamente por sus hombros, y después por sus brazos, hasta llegar a sus manos, y mientras me comencé a poner en cuclillas, sin dejar de verlo a los ojos, y el gordito abrió los suyos mas y mas mientras yo me agachaba y le dejaba entrever el escote de mi blusa. Llego un momento en el que pensé que se le iban a salir los ojos. Busque la bolsa de Liverpool a tientas, saque unas muestras de su interior, y me volví a poner de pie sin quitarle la mirada de encima. El pobre hombre estaba completamente desconcertado, no entendía lo que estaba pasando.
Entonces le dije,
- Mi amor, para que no estés tan hambriento, te voy a ofrecer algo delicioso, que no vas a poder resistir - al momento de decirle, le ofrecí la muestra, las manos le temblaban y apenas podía sacar la muestra de su empaque,
- ¿Me permites que lo haga yo por ti, Corazón? - Y rozando sus manos con las mías, tome la muestra con mis manos al tiempo de no quitar la mirada de sus ojos, introduzco la bolsa de la muestra en mi boca y con cuidado le trato de quitar la grapa con mis dientes, él cambia la mirada hacia mi boca y se queda ahí como hipnotizado con la boca abierta.
- Aquí tienes muñeco - le digo al momento de ponerle la muestra en su mano, al momento de escuchar mi voz, reacciona y nerviosamente se mete la muestra a su boca
- Mm...!Que delicia! - me dice y se queda como extasiado por un rato, sin darle tiempo a pensar mas, saco un brownie de la bolsa y se lo enseño
- mira tesoro, esta es su presentación y te cuestan diez pesos, sin mirar el brownie
saca su cartera bastante traqueteada por cierto, y con la imagen de Elvis Presley Impresa en la cubierta
- Dame cinco por favor - me dice al momento de darme el dinero en mis manos aprisionándolas con las suyas.
- ¿Cuándo vas a regresar por aquí, muñeca? - Me pregunta al momento de que me recorre con la mirada.
- Cada sábado me veras por aquí, si así me lo permites.
- Ansiosamente te estaré esperando - me dice mientras me planta un baboso beso
en la mano. Procuro controlar la repulsión que me ocasiona y con todo mi esfuerzo le regalo una gran sonrisa retirando cuidadosamente mis manos de las suyas.
Tomo mi bolsa y me retiro de la tienda haciéndole con la mano un gesto de despedida.
Al salir de la tienda no puedo evitar expresar un guacha al momento de limpiar mi mano en mi vestido.
- Todo sea por una exitosa venta - me digo mientras me alejo.
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