Cuentan los que saben esta historia que había hace unos cuantos años un hombre y una mujer que se cruzaron uno con el otro, caminando cerca pero sin llegar a caminar juntos.
Ella era de manera irrefutable el sueño de muchos hombres... ella era inteligente, era... era un sueño hecho realidad.
Él era uno entre las veinte mil personas que nadie conoce, él era una persona cualquiera, él era un don nadie.
Era un día gris y lluviosos un poco frió para la época de año. El se encontraba inquieto y deprimido, caminaba rápido por una calle llena de charcos, caminaba como quien camina cuando tiene afán... Pero el no tiene afán, ni siquiera tiene un rumbo, solo caminaba para huir de sí mismo, caminaba para huir de la amenaza que significaba él para él. Al final de una hora llego a una calle diferente de todas las demás, la tempeteratura era agradable el aire puro y dulce.
Una mujer salía por una puerta, como si hubiera estado oculta entre las paredes, "ella es demasiado bella, pensó él"; no, no es bella es perfecta -dijo en un languido susurro-.
Se acerco, sonrieron sus sonrisas, sonrieron sus ojos. Amor -pensó-, sintió el amor, se acerco más; la felicidad le limpio los rincones del alma, cada detalle de su espiritu.
De pronto, y así no mas, solo de pronto volvía la oscuridad, ella doblaba la esquina de la calle hasta donde él a pocos metros de distancia, la siguió pero cuando llego al final de la acera ya no estaba, había desaparecido.
Él volvió a su cuarto con una ansiedad que lo llenaba, tomo una hoja y escribió:

""Ay!! Que tan mal me veo, ya la depre me esta tocando el cerebro -dijo así mismo-... Además ¡las palabras son tus enemigas, por medio de ellas piensas, por medio de ellas recuerdas! Ay dama azul, dama de hielo, dama del vestido negro."
Días después de haber sentido un raro chispazo al ver un desconocido, ella sintió un timbrazo a la puerta... Al abrir pensó que era una broma, lo recibió una tarde, era un paquete cuadrado que cargaba un hombre de traje verde, era un paquete que habían dejado en medio de la sala. Durante un incontable tiempo miro aquel bulto que robaba protagonismo a la TV. , lo miro por todos lados, no había ni ideas del contenido, ni tarjetas, ni letras impresas en el embalaje. Ella abrió con cuidado pero rápidamente la caja... Había una carta, dos balas y tres rosas.