Hablame, ¿acaso no entiendes que lo siento? Que me lastima tu indiferencia si a tu lado, más que nada siento que ya he para ti muerto. ¿No sabes que tu silencio es la más violenta forma pasiva de resentimiento? Hablame aunque sea a gritos, como cuando parecía estabas tan lejos que a menudo en obvia molestia tanto los usabas, pero no había secretos. Hablame, que hasta extraño las frasesillas tuyas que sé detesto, tu maildito "olvídalo", tu simple "nada" tan lleno de tanto recelo, tu "te lo dije" tan jactancioso, tu "¿ves, ves?, tu conformista "bueno", tu simple "sí" tu necio "no", tu resignado "esta bien".
Hablame y dime todo cuanto te dije no me dijeras, con tus ridículos y empalagosos diminutivos, cuando te venga en gana, pero pronto, porque la t.v. habla más conmigo, y tu silencio es mi soledad si tu maldita indiferencia me acompaña.
Hablame un soplo de vida, dame tan sólo tu aliento, muéstrame a que sabe el perdón, que se vuelva mi alimento, recuerdame como suena tu voz cuando la lleva el viento, y me repites las cosas como para convencerme de una vez por todas que no te has muerto. |