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VEINTICINCO DE FEBRERO, OCHO MESES

Ocho meses han transcurrido ya. Cuán increible es el tiempo, que curiosa es esta vida, que mágica es la esperanza de un corazón que sigue palpitando a pesar de los vientos que de pronto se le vienen en contra.
Y Dios, que escribe en línea recta con renglones torcidos, como dice un amigo, seguramente nos observa colgado de una nube. A veces me parece oir su risa.
En medio del caminar por la senda de mi vida, quedé sola. Pero con mi tranquilidad intacta, en la seguridad de esa fuerza interior que núnca me abandona, que viene desde arriba, para enfrentar la lucha y continuar la marcha, triste, alegre, como sea.
Mi viaje por el desierto de la soledad y la tristeza, comenzó ese día. Viajera silenciosa, de horas de espera, tratando burdamente de intentar repetir aquel retiro de Jesús, hacia dentro de sí mismo. Un poco de vacío, menos sonrisas en mi cara, y un tanto sepia la mirada, sin imaginar siquiera que un poco mas adelante del camino, empezaría mi historia, comenzaría mi vida.
En mi caminar diario hacia el trabajo, lleno de cansancios del alma, y búsquedas estériles, me preguntaba ¿y la ilusión dónde está?. Aún vivía, pero apenas palpitaba.
Cada mañana frente al computador, que me mostraba en las horas de minutos incansables, mensajes en blanco y negro que iban y venían en un inagotable vagar.
Veinticinco de junio, un día más en la oficina, llegaría a ser, aún sin saberlo, un día en mi vida, muy especial.
Esa mañana, el entorno se mostró diferente, en cada rostro serio comencé a ver una sonrisa, en cada mirada triste vislumbraba una esperanza, en los pasos arrastrados existía dinamismo, y esta vez en mi pantalla, me esperaba un mensaje a todo color.
Se llenó el aire de risas y de trinos al saber de tu existencia, y dentro de mi pecho maripositas azules, blancas y anaranjadas subieron desde un rincón de mi corazón, revoloteando sin cesar en una mágica danza de sensaciones conocidas, pero ocultas, casi olvidadas, que aún en ese momento, no lograba entender. El hambre que sentía mi alma, de pronto fue saciada.
Fue el inicio de un viaje en compañía. Llegaste como el amigo que tomó mi corazón entre sus manos con ternura, y aproximándolo a su pecho, suavemente, lo puso junto a su corazón.
El tiempo poco a poco nos iba aproximando, te encontrabas tan lejos, sin embargo, te sentía tan cerca.
Melodía de letras y palabras viajaban día a día a través de la red. Mis alegrías nuevas y mis latidos felices, reparaban los pedazos que quedaron escondidos, allá, muy dentro de mi, y el camino del desierto comenzó a llenarse de flores.
Y de pronto, el amor, sin saberlo, sin siquiera esperarlo, un día se instaló entre tu y yo, se aproximó muy lentamente hasta nosotros como tímido niño pequeñito, en una sonrisa, en un te echo de menos, en cada espera con ansiedad cada mañana, de encontrar ese mail que venía de ti.

Y nosotros, que ya eramos amigos, tampoco lo supimos, hasta mas adelante, cuando un día se aceleraron los latidos, y se desbordó la emoción, al leer cada uno, nuestro primer ¡te quiero!.
Un minuto que quedó suspendido en el tiempo para siempre. Guardado en el cofre de los sueños, dentro de nuestros corazones, que despertaban nuevamente a la magia del amor, con la fuerza del trueno, y la dulzura de la miel.
“Quise acompañarte en el camino, hasta que sanaran tus alas, y estuvieran listas otra vez para volar, -me dijiste-, y un día me di cuenta, que tambien sentía deseos de volar”.
El tiempo continuó su marcha. Cada mañana me encontraba con un mensaje tuyo en el computador. Mis dedos presurosos, con sensibilidad y destreza, te expresaban al presionar suavemente cada tecla, todo lo que nacía en mi interior, inspirado por tu amor. Y hasta lágrimas brotaron, en los instantes de extrañarnos tanto, y solo poder sentirnos a través de nuestras manos, sobre la pantalla fría, que notó la tibieza que nacía del corazón. Recuerdos acumulados en todos los segundos compartidos. Como miles de fotos en mi imaginación, guardadas en mi mente, en un cajón donde están mis ilusiones, mis esperanzas y mis sueños contigo en el futuro.
Veinticinco de febrero. Ocho meses han transcurridos ya sin conocernos, y sin embargo conociéndonos tanto.
Estuvimos tan cerca el otro día, ¿recuerdas?. Viajabas en tu auto hacia el norte, yo esperaba el metrotren que va hacia el sur. Dos figuras detenidas en las horas, en los minutos, en el espacio, en los latidos, en los recuerdos y deseos de estar juntos. Y sin embargo, sólo escuchando nuestras voces a través del celular, tu, en la carretera afuera de la ciudad, yo, caminando lentamente en el andén. Casi al alcance de una mirada, sintiéndonos tan cerca. Breve momento en que detuvimos nuestra marcha, disfrutamos las palabras y las risas, sentimos la cercanía, esperando ese día que nos hemos prometido, que aguarda en el futuro por nosotros.
Allí encontraremos nuestras miradas por primera vez, como cuando miramos la luna por las noches. No existirán pantallas, tampoco celulares, solo tus ojos y los míos descubriéndose.
Y me hundiré en ese momento en tu mirada. Sé con certeza absoluta lo que en ella hallaré. Será en unos segundos, el viaje más perfecto, y de coloridos volantines el cielo se llenará.
Encontraré en tu mirada los tesoros de mi infancia y de la tuya, la cajita con soldados enterrada en el jardín; mis castillos de arena en una playa cualquiera; la emoción que sentí cuando en mi bicicleta pude andar sola por fín; tus dientes y los míos guardados bajo la almohada; mi muñeco más querido; tu pelota preferida; mis zapatos de charol; tus autitos de carrera; esas tiernas melodías escuchadas en la cuna; esa primera caricia que me dio mi mamá; el caracol lleno de olas arrojado en esa playa; tu bolsita de canicas; el abrazo de papá; mi vestido de princesa con que soñaba esperarte; tus paseos con tu padre; la mano dentro del agua viajando en bote en el río; un gran beso en la mejilla que te brindó tu mamá; los envoltorios de caramelos escondidos en el árbol; esos primeros relámpagos que tus ojos encontraron; los arreboles rojizos que tanto amaba papá; los secretos de hombre a hombre compartidos con tu padre; el corcel de blanco almidón que te traerá hasta mí.

Alejemos el momento de nuestro primer encuentro. Disfrutemos de estos sueños, y sintamos este platónico amor, dulce, eterno, de vidas pasadas y de vidas por vivir. Descubramos al encontrarnos, ese pertenecernos en la mirada, en las caricias y los besos, en el espíritu y el alma, en el latir del corazón.
Sigue tu rumbo hacia tu norte llevándome en tu bolsillo; yo seguiré mi viaje hacia mi sur tomada como siempre de tu mano.
Escúchame en tus sueños por la noche, guárdate para mi. Recuerda que tenemos una cita en el futuro. Mientras tanto, yo ensayaré cada día ante el espejo, la sonrisa que estrenaré para ti.
Tu auto casi llegaba a Graneros, mi tren, se detenía un instante en Pelequén. Y continuamos cada uno nuestros viajes, mientras el sol descendía lentamente tras los cerros, y el cielo se llenaba de nubes doradas. Nuestras mentes descansan, nuestros corazones esperan.
Y seguiré cada noche, con mis ojos cerrados, sintiendo con ternura infinita, tu corazón tibiecito acurrucarse junto al mío para poder dormir.
Mañana, al llegar a la oficina, te escribiré un e-mail, y te diré, heyyy… hoy es día veinticinco de febrero, ocho meses….¿sabes?.....este es mi regalo para ti.

25.02.2005

Texto agregado el 25-02-2005, y leído por 257 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
22-03-2005 Que hermoso tu escrito! Muy intimista y sentido, colmado de ternura! Saludos y mis estrellas! ***** peinpot
05-03-2005 Nadie que lea esto puede dudar que lo escribiste enamorada. Rezuma amor en cada frase. Ojala lo conozcas muy pronto, la ilusión es hermosa, pero la realidad debe serlo aun más. Malomo
28-02-2005 bellisimo...si esto no es amor...se le parece demasiado... misterioso
25-02-2005 el amor...ese sentimiento tan bello que nos hace ser niños de nuevo. Felicidades por tus ocho meses!!!Mis ****** encoruja
25-02-2005 lindo sentimiento expresado ***** por muchos ocho meses más!! juanitaR
25-02-2005 Quién fuera él para recibir tan bonito regalo! Cinco estrellas para tus ocho meses. Felicidades! jau
 
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