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Quienes dicen que crecer es un proceso están muy equivocados, si señor, yo lo he comprobado, uno crece a los golpes y no con caricias, nadie te avisa cuando te va a pasar lo que te va a hacer más viejo, todos esos sentimientos que ya conocías alimentados por los opuestos que no conocías y te hicieron crecer: odio, rabia, impotencia, intrascendencia. Todos esos llegan de golpe, todos llegan viejos, todos se sienten desde antes de que estuvieran, el odio no es nuevo, es anterior a tu persona, pero ahí te llega, lo ves, te saluda, te da la mano y con la otra te golpea, y ahí creciste, si, sin anestesia, creciste de apuro, y así te pasa con todos los sentimientos.
Yo me acuerdo de aquella noche en la que conocí al desengaño, que dentro de todo no ha sido el peor que conocí, era un martes de noche, un martes cualquiera, lo que tenía de particular era que hacía un calor increíble, casi surrealista, que hacía insoportable el estar dentro de una habitación, un perfecto día de rambla, un día de esos en los que envidias a jóvenes y jubilados que tienen más tiempo que nadie para salir, bah, ese era un día que hasta los cadetes que se pasean en moto por la jungla urbana merecían mi envidia, todos ellos siendo abrazados por la brisa marina, mientras que yo tenía que pasar todo el día dentro de una habitación, con papeles de suma importancia para alguien que a su vez depende del gerente de tal sucursal que es amigo de un amigo del cliente y que entonces hace que el tramite ocurra más rápido que lo normal, a mí no me podía importar menos, cumplo mi trabajo y listo, me voy a verla a ella.
Si, ella, preciosa ella, la deseaba ver desde el momento que me levanté, hacía una semana que no la veía, un día ella estaba complicada con el trabajo no se qué y al otro día yo con cliente importante para la empresa y otro día tenía que acompañar a su tía que sale todos los jueves al shopping y pasea por él lentamente debido a las artritis y otro día etc etc, y así fue que hacía tanto que no la veía que ya no podía más, esa noche sería una visita de sorpresa, agradable sorpresa, de esas que nos mueven de felicidad y hacen que nos doblemos, nos arrodillemos ante la otra persona, momentos que hacen que la vida valga la pena, o eso creía, bah lo sigo creyendo, pero desde mi infancia que no tengo sorpresas, la vida me ha entumecido, pero ella me ha cambiado, me ha mostrado el mundo con el ojo izquierdo, el otro mundo que no todos vemos: el mundo verde y silvestre, la ciudad viva y trabajante, los vecinos contentos del barrio, los atletas que pasan corriendo hacia el fin del mundo, el sol que no golpea sino que baña a quien lo recibe.
Al fin, todo el día en la oficina había valido la pena, ahora una ducha rápida en casa y a verla, si si, eso vamos a hacer, uh el ómnibus no llega más, maldito transporte urbano, mejor me tomo un taxi, justo ahí viene uno.
¿Hola como le va?. Bien bien, lleveme hasta 21 y Scoseria. Bueno amigo, ¿le molesta si prendo la radio?. No, para nada. Llego a su oficina, es de noche y ella sigue trabajando, es increíble lo que trabaja, paso por la recepción, sigo por el pasillo, saludo a Carla y a Carolina, buenas compañeras de clase en otros tiempos, amistades que se han desgastado, curioso como en un momento de tu vida quieres que éste se mantenga para siempre, y después ves que esos momentos no son eternos y no haces nada para cambiar lo que pasa, supongo que después las llamaré para ponernos al día, sí, después, en este momento solo me importa ella, el elevador va a demorar mejor me tomo las escaleras total son apenas tres pisos. Bien, he llegado, me ha costado pero he llegado, estoy cansado, no importa, nada importa ahora.
Y los veo, si, los veo, es la primera imagen que veo cuando levanto la cabeza, necesito recuperar el aire, no me siento respirar, los veo, no creo lo que veo, los veo, están con sus cuerpos juntos, él la está abrazando, no, no a ella, pero sí, no es una ilusión, es ella y ÉL, grandísimo hijo de madre que me conoce poco pero sabe lo suficiente para saber quien soy, no puede ser, sus labios se están tocando, pordios sus labios se están tocando, no me siento respirar, no me siento respirar. Entonces me ven, ella me mira y entiende, entiende que murió en mi corazón, en un instante ve como todo cambia, como las paredes cambian de color y la noche ya no es tan bella como hace un instante, como hace un segundo, recupero mi aliento y me voy, bajo las escaleras torpemente, ando con la cabeza baja, no quiero ver a nadie conocido, no tengo nada que decirles, tengo demasiado en qué pensar. Bien intentemos ser racionales si racionales sería lo mejor vayamos hasta la parada agarremos un ómnibus si hagamos eso si bueno el viento en la cara me hará bien podré pensar tranquilamente podré volver a ser yo mismo aunque se que nada será igual todo cambiará en mi vida no será lo mismo.
Me siento al lado de unas viejas, ojalá estén esperando el mismo ómnibus que yo así no tengo que levantar la mano, pero qué pereza que tengo me digo a mi mismo, mi propia conciencia y los códigos que me enseñaron en la vida contra lo que siente mi corazón, mente contra corazón, razón contra sentimientos, ¿eso es lo que llaman ética?. Las viejas parten en un ómnibus que no era el mío, tendré que tener cuidado para que no pase de largo el mío.
Es entonces cuando veo que se acerca, si, está vestido de negro, todo de negro, no logro distinguir su rostro, supongo que nadie que lo ve directamente sigue con su vida, simplemente nos rozan, se sienta al lado mío, me mira un poco y espera a que hable, sabe que tengo algo que decirle, si, esa persona vestida de negro es la decepción, en vivo y en directo, enfrente a mis ojos, un momento cara a cara con la decepción, al principio no se que decir, mis pensamientos van por mil vías al mismo tiempo, no logro darles un orden, no tengo un punto de apoyo. Es entonces que pregunto: ¿porqué? No me contesta, no me habla, tan solo me mira, y veo esos ojos, son los mismos ojos de ella, son esos ojos que saben que han fallado, esos ojos que muestran el fin de algo, entonces me doy cuenta que todo fin marca un comienzo, que todo es tan cíclico como la guerra, como el amor, como el día, como el tiempo, pero al mismo tiempo cada momento ocupa un espacio único, y cada momento existe una sola vez para una sola persona, y el momento de la muerte de un sentimiento yo lo he vivido hoy, por primera vez alguien muere para mí, alguien que me importaba ha muerto, ha caído, ha caído del Paraíso que yo mismo le había construido. Ahora entiendo porqué estoy acá frente a frente con la decepción, y entonces ella se para y se marcha, y se pierde en las sombras de la calle mal iluminada en la que me encuentro, ha llegado mi ómnibus, me subo y tomo asiento como cualquiera de los que ya están, nadie conoce mi historia, nadie sabe lo que me ha pasado, nadie entiende que en mi Universo se cayó el pilar más importante, pero no importa, yo lo sé y quien ha caído lo sabe, y eso es suficiente, más que suficiente, otro día ha terminado, siempre me han dicho que cada día da, quita y transforma, hoy les creo más que nunca.
Ésta es la historia de un aprendizaje como todos: precoz y doloroso.

Texto agregado el 24-02-2005, y leído por 173 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-03-2007 Me impresionó tu relato: una muy buena introducción, para luego sumergirnos en ese mundo de sensaciones e impresiones que describes con minucia. Me gusta mucho el encuentro con la decepción en la parada de bus, que marca un cambio entre el estado de choque y la aceptación. loretopaz
 
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