HISTORIA DEL TELÉFONO CELULAR
Ana María Ramacioti habría creado el celular para confirmar el rumor barrial de que ella era flor de cornuda. Su marido, Juan Antonio Vilas, era camionero de oficio y antiguo vendedor de lencería que según las malas lenguas conservaba intacta su cartera de clientas. El real motivo de la continuidad de su visita a las clientas habría sido el dar uso desenfrenado a esa lencería frondosa en encajes y medias de red. Algunos amigos del señor Vilas recordaron, que solía él, depende del caso cobrar en especie. Estos casos serían los de la almacenera Susana, la modista Betty y la quinielera Graciela, conocida también como Piky. Los rumores de las chusmas del barrio llevaron a que las orejas de Ana María Ramacioti fueran víctimas de una comezón sólo comparable con la pediculosis aguda y ciertas formas graves de la varicela. Sufrió así una irritación sangrante en ambas orejas que el rascar continúo y obsesivo de sus manos no hizo otra cosa que agravar. Ana María no pudiendo soportar más este martirio decidió descubrir la verdad, única forma que consideraba viable para acallar a las chusmas y palear la picazón de sus orejas. Una noche se internó en un pequeño cuarto y allí adentro permaneció por un año, nueve meses y cinco días durante los cuáles estudió, investigó y desarrolló diferentes tecnologías electrónicas de avanzada algunas aún con vigencia, parece que entre tantas cosas habría construido el primer ventilador de techo, una panquequera eléctrica y una plancha digital con reloj incorporado. Una mañana soleada a más no poder en febrero de mil nueve cuarenta y dos, Ana María abrió la puerta que la mantuvo aislada por tanto tiempo y blandiendo un pequeño aparatito de larga antena corrió por el barrio gritando Eureka, Eureka, lo conseguí. La historia de la creación del celular que significaría un avance de magnitud inigualable en la era de la comunicación concluye con un final sorprendente y para nada feliz : un crimen serial seguido de una particular forma de suicidio. Ana María habría dado el celular (construido con una latita de cerveza como carcaza y una pilas triple A) a Juan Antonio Vilas y lo habría llamado y descubierto en plena sesión de amor con Piky la quinielera. Posteriormente Ana María se habría dirigido al lugar y con un cable pelado y una descarga de dos veinte habría freído a su esposo y a la amante. Lo mismo habría sucedido con la almacenera Susana a quién se encontró electrocutada mientras cortaba cien gramos de paleta. La modista Betty tuvo un final semejante en la bañera en donde apareció achicharrada como un pororó quemado. Ana María víctima de su propio destino a continuación habría tomado un frasco con un litro de Mertiolate en donde habría disuelto un centenar de aspirinetas pasando también a mejor vida. En su pecho y escrito con las letras rojas del desinfectante se encontraron escritas las siglas GSM hoy tan renombradas. Posteriores investigaciones descubrieron que estas siglas serían “Guampuda Su Madre”, refiriéndose a la señora Lourdes Inés Simosa de Vilas, madre del finado Juan Antonio Vilas quién también era dueña de una mitólogica reputación de cornuda no menos popular que la de su nuera.
La información fue extraída del libro “Historia de la comunicación” de Horacio Bonomi, edit Alian-za, 1989
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