Carta A Un Amigo

Sí tú lees esto, sabrás perfectamente que te escribo a ti. Prefiero dejarte en el anonimato, porque como me conoces algo, sé que te darás cuenta de que me dirijo o de que te escribo a ti...
No te imagino preguntándome estas cosas, pero sí me imagino a mí... respondiéndotelas...
Me preguntas ¿Qué siento al escribir?. ¡Me cagaste con la pregunta!... Es muy difícil decirte que siento ahora. Probablemente siento inseguridad de la palabra que sigue a la que escribo en la hoja. A que esté todo malo. Pero enseguida pienso que los sentimientos no son ni buenos ni malos, por lo tanto, lo que escribo no está ni bien ni mal. Puedo sentir pena cuando escribo. O alegría, incluso a veces siento rabia y me da pena que la hoja tenga que aceptar todo lo que le escribo...
¿Por qué escribo?. Tú siempre me preguntas cosas muy difíciles para responder. Sin embargo, todavía no llega el día en que me quede callado. Escribo simplemente para desahogarme o incluso también porque tú no estas para contarte lo que siento... te voy a contar algo...
“Un día iba en la micro a mi casa, y se sube un viejo... unos 70 u 80 años, creo... el viejo era interesante, algo tenía en la cara, que no lo hacía pasar desapercibido entre la gente, o se hacía ver diferente, solamente por ese pequeño y gran detalle... los ojos. Sentí que lo tenía que describir. Y como tú no quisiste ir a mi casa, no íbamos juntos en la micro para contártelo, así que decidí sabiamente, contárselo a un cuaderno...”
Llegué a la última pregunta. La he leído unas 7 veces, y simplemente no se me ocurre la respuesta hasta leerla por 8° vez...
Nace esto como una inquietud. Como algo que me está molestando adentro y no me deja tranquilo... como algo quizás que quiero contárselo a alguien y no hay nadie, o mejor dicho, no esta la persona indicada para escucharlo. Así nace, como también muere, cuando no tengo a nadie que me ayude a terminar esto...
FIN