Había una vez; una pequeña aldea que flotaba en el espacio, tan pequeña pero tan pequeña que sus habitantes optaron por llamarla simplemente, tierra; en ella había de todo, desde las más excéntricas y variadas criaturas, hasta las más hermosas y sofisticadas flores pasando por los más exóticos y variopintos paisajes.
Estaba, poblada de toda clase de seres vivos, pero entre todos ellos los más arrogantes y engreídos eran unos que se desplazaban erguidos sobre sus dos patas traseras y que, como creían ser los únicos que “pensaban” se sentían dueños del... (no sé si decir don o desgracia) don de soñar, sí; aunque suene extraño ésa es la verdad, pero vamos por parte, permítanme que les cuente sobre el particular.
Resulta que éstos seres que de ahora en adelante llamaremos humanos, eran además de arrogantes los únicos seres en el universo (que es decir bastante) que pasaban toda su vida soñando, sí; en total estado de ensoñación, al extremo que hubo un momento en que todos soñaban despiertos y hacían vida diaria como si no lo estuvieran realmente. Y todos se imaginaban una realidad que no existía.
¿No lo creen?, Bueno yo tampoco lo creía, pero aguarden que les explico; resulta que los humanos por razones sociales vale decir: por prejuicios o moda, querían llegar a ser aquello para lo que realmente no habían nacido, o pretendían ser lo que no eran, o actuar de un modo que les producía angustia en su yo interno. Por ello era común hallar sonámbulos a buenos plomeros trabajando de malos dentistas, ingenieros como pésimos doctores, gente cuya vocación era una y desarrollaban otra, o gordas que querían ser flacas, en fin todo aquello para lo que no habían nacido era precisamente lo que querían ser.
Y por si no era suficiente creaban campos de ilusiones de tipo colectivo; sitios obscuros en grandes espacios; llenos de luces y colores, para numerosas concentraciones humanas que verían extasiados espectáculos e imágenes proyectadas en grandes paredes para reforzar su locura onírica, en honor a la verdad el hombre siempre a soñado y su experiencia es una forma de evasión de la realidad. Si, ya sé que piensan que todos tenemos derecho a ésta experiencia; pero el problema es cuando no

diferenciamos sueño y realidad, y juramos convencidos que el nuestro es la absoluta verdad.
Fue así, que mientras toda la población dormía, hubo alguien que despertó, y asombrado vio como grandes masas de gente caminaba, actuaba y vivía con los ojos cerrados.
Solo para divertirse él agitaba sus manos delante del rostro de alguno que otro sonámbulo que miraba al vacío como si él no estuviera allí delante, cuando no lo tropezaban simplemente lo atravesaban como si solo fuera un fantasma.
Al cabo de un tiempo se sentía completamente solo aunque rodeado de mucha gente; gente vacía que hablaba y gesticulaban movidos por los resortes de sus sueños.
Lo divertido de la situación fue convirtiéndose en tedio, y a los pocos días ya estaba fastidiado y molesto. Ya no le hacía ninguna gracia cambiarle de sitio las cosas a algunos paisanos, y observar como se molestaban y peleaban entre ellos mientras él reía.
En una ocasión, harto de esto se alejó, se fue a un desierto a meditar sobre el porque, él había despierto y nadie mas lo había hecho
-Que curioso -pensó-
-¿Será que yo soy un enviado de dios?
Elegido para despertar a la humanidad y develarles un mensaje??
-se dijo, rascándose la barba-
-¿pero cual mensaje? Si no tengo ninguno -continuó mientras movía la cabeza-
-Bué... ya pensaré en algo por los momentos debo despertarlos
-voy a esperar que se queden quietos y arropados en sus camas -analizó-
-y cuando estén bien rendidos voy a ordenarles que en la mañana griten sin parar “DESPIERTEN”
-el resto al oír esto deberá de verdad despertarse y despertar a todos aquellos que estén a su alrededor, como una reacción en cadena, cuando todos de verdad se hallan levantado; me reconocerán a mí como el que los despertó y me alabarán y honrarán por ello.
-Creo que ocurrirá rápido; pues por cada durmiente despierto gritando, espabilará lo menos a ocho

mas y así en progresión geométrica pronto todos estarán al tanto de la realidad.
Cuesta creerlo; pero a pesar de lo ridículo del plan; por un milagro funcionó.
Y aconteció que lo que inició como un pequeño murmullo empezó a crecer a tal volumen que se escuchó en todo el espacio sideral. Y así como creció comenzó a bajar en intensidad hasta que sólo quedó un ligero y alegre jubileo. La gente había despertado al fin, y todos estaban concientes de su verdadero ser, le dieron mas importancia al “SER” que al “PENSAR SER” . Comenzó la humanidad a creer en si misma, no necesitaron más de ninguna muleta espiritual ni mental para aceptarse los unos a los otros, ni a sí mismos.
Todos se sintieron felices, y quisieron agradecer a aquel que los había despertado y como locos buscaron al profeta para adorarlo y hacerle honor por la nueva doctrina que rápidamente se extendía por toda la aldea...
-alabado sea el profeta - gritaban unos-
–es un enviado de dios- -decían emocionados otros-
Bajo un gran árbol, con los pies desnudos y una larga barba estaba echado el profeta; un aura de noble tranquilidad lo envolvía. Sus manos agarradas sobre el pecho completaba la plácida estampa; el enviado del cielo, el que se creyó el ungido de dios había descubierto el nuevo cielo, y soñando en su sueño como todo revolucionario se quedó dormido.
Hoy después de muchos años los humanos de aquella aldea veneran con respeto a aquél árbol que tiene aún hoy a su profeta dormido.
¡Ha¡ ¿y ustedes se preguntarán ¿quién soy yo, que les a contado esta historia? muchos se imaginan y piensan que yo soy el profeta, pero no; ¡¡DESPIERTEN!! Yo solo soy un humilde contador de cuentos que les a narrado este pequeño relato.
Aunque eventualmente en la aldea los humanos humildemente me llaman...Dios.