Es un pequeño bar, hay varias mesas entorno a ellas los parroquianos charlan, apuran sus bebidas juegan a cartas, en un rincón sentado, un hombre taciturno mirando fijamente un televisor que lleva años sin funcionar, no habla con nadie, ni nadie le habla, de vez en cuando se acerca un camarero y renueva su taza, es la rutina diaria, los parroquianos en sus mesas y el hombre en su esquina como en un mundo aparte, hasta una tarde en que en la mesa silenciosa del taciturno comenzó a haber movimientos extraños, algo le inquietaba, un temblor inusual en su manos, un nerviosismo desacostumbrado, exclamaciones, ahora me siento, ahora me levantó, se suspendieron las partidas y todos los ojos se clavaron en el , de pronto el hombre taciturno se puso en pie, comenzó a moverse como esquivando el aire, con voz potente y fuerte un grito se escapó de su garganta, GOOOOOOOOOOOOOOOOL, y los demás parroquianos comentaron la jugada. |