Hace unos días, mi padre, me regaló su colección de monedas. Yo ya la había visto en alguna ocasión, pero no me había llamado suficientemente la atención, además, mi padre, se guardaba mucho de que nadie la manipulase. Cuando me la entregó, percibí, en su modo de actuar, una solemnidad que indicaba el gran valor de aquellas 80 monedas.
-Quiero contarte la hitoria de estas monedas. Comenzó a relatar mi padre con pausa aquella historia. -Hace muchos años, un joven, cansado de la vida en la pobreza del campo, decidió robar la bolsa con las monedas que constituían los ahorros de toda una vida de sus padres. Marchó a la ciudad donde vivió durante un año sin ningún tipo de preocupación hasta que las monedas se terminaron. Regresó entonces arrepentido a casa de sus padres, pero solo encontró los rastros arrasados de lo que había sido su casa. La desolación era total, fuera y dentro de su corazón. Echó la mano a su pecho y tocó la bosa colgada a su cuello donde aún quedaba una moneda. La tomó en su mano y apretándola fuertemente entendió que aquella moneda era ahora la única unión con su pasado. Decidido, emprendió la búsqueda de sus padres, preguntando a todo aquel que enocntraba en su camino. Llevaba un año de camino, cuando encontró una multitud de personas escuchando como alguien les hablaba. La forma como hablaba tranmitía tranquilidad, paz, una luz especial parecía detener el tiempo escuchando. "Es el mesías" le comentó alguien que lo vió llegar. Poco a poco se fue acercando a él, una vez que había terminado de hablar. Lo encontró rodeado de doce hombres sentados a su alrededor. Se acercó para pedirle ayuda y preguntarle por la suerte de sus padres, a lo que le respondió: "el camino que te ha traido aquí es el bueno; síguelo y los encontrarás." Impresionado por las palabras, por la mirada, sacó la moneda de su pequeña bolsa y se la dió. Esa era la forma de intentar pagar aquélla ayuda recibida. Pero aquel hombre, le tomó su mano y le devolvió la moneda diciendole que era la unión con su familia. La guardó de nuevo en su bolsa y continuó caminando. A los tres días encontró en un pequeño poblado a sus padres. Trató desde aquel momento de resarcir el daño causado. Con el paso del tiempo aquel joven tuvo un hijo, al cual entregó la moneda contándole aquella historia. Y este a su vez hizo lo mismo con su hijo, y añadió una moneda. Para que nunca se perdiese aquella historia.
Mi padre metió su mano el el bolsillo, tomó una moneda, un euro, y la añadió a aquella colección. |