¿Conocen ustedes a Freddy ?

(Dedicado a Maravillas)

¿Conocen ustedes a Freddy? Si todavía no han tenido esa suerte, ¡alguien tiene que presentársela!
Freddy fue una cantante de boleros, era cubana y no muy bonita; lo digo, tal como se entiende este calificativo occidental,. en términos de “belleza clásica”. Durante el día trabajaba limpiando las casas, o los pisos de los ricos que moraban en el barrio alto de La Habana. Cuando caía la noche frecuentaba los numerosos bares y cafés de la capital de Cuba, y cantaba. Primero, porque le gustaba cantar, y segundo, porque, además, cantaba bien.
Pero, por qué viene a jorobarnos con esa tal Freddy, dirán ustedes. Esperen un poco, ya se los voy a explicar.
El otro día, cuando escuché a Freddy, sucedió lo que tanto temía. Volé hacia América Latina y aterricé en La Habana nocturna. Me subí al auto de Cabrera Infante, ¡que allí estaba él con sus amigos! Y me fui de paseo con ellos a lo largo del Malecón. Esperaba encontrarme con ese mamut llamado Freddy (por algo será que el humor de sus compatriotas la había apodado “la Nat King Kong”), lo que carece de delicadeza, aunque ese humor no me sea desconocido para nada. Para abreviar, visité algo que nunca había tenido la ocasión de ver, pero que ya conocía desde mi infancia. Y en la esquina de una callejuela, me encontré a boca de jarro con un barbudo (él también me recordaba algo…) y mi corazón hizo tic-tac, como el reloj del bolero. Cogí el brazo del barbudo ¡qué feliz estaba!, y al mismo tiempo trataba de divisar a Freddy, por el caso en que se hubiera escondido debajo de una mesa en el “Tropicana” o en el “Las Vegas” (aunque con su corpulencia, el ejercicio hubiese podido resultar peligroso para todos, con ella nunca se sabía lo que podía pasar), cuando su voz cálida y como salida de las entrañas de la tierra me devolvió a mi tonta realidad: una cama común y corriente, estanterías llenas de libros, papeles desordenados y que se amontonan queriendo imitar la pirámide de Keops, un montón de exámenes semestrales a medio corregir (pero Cuba no está en mi programa ¡qué lástima!)… y aquí estaba Freddy, que no había logrado ver allá. Aquí su voz llenaba la pieza, atravesaba las paredes, se infiltraba por entre las páginas de los “Tres Tristes Tigres” que había hojeado antes de adormecerme a medias, Cabrera Infantes es uno de mis mejores amigos, y lo fue de verdad cuando aprobé el Concurso de Profesores que lo tenían en su programa.
Cuba con sus penas y alegrías. Cuba con su calor caribeño y su tristeza de tigre prisionero en una jaula. Amo a Cuba, amo su historia. Crecí con sus goces y desgracias y hasta creo que la conocía antes de tener consciencia y de haber sabido asimilar y analizar a lo que se llama “historia”. Estuve predestinada a amarla, a gozar y a llorar con ella; desde cuando mi madre canturreaba :
“Sale, lleno de contento
Con su cargamento
Para la ciudad… para la ciudad…”
¿Conocen ustedes “El borinqueño”? Pues, les he dado la primera estrofa. Ahora, les toca a ustedes buscar y encontrar… el resto de la canción, que en realidad musicalmente se denomina “un son”.