En esta columna de los miércoles, que se ha propuesto aportar un granito de arena para el rescate del género epistolar, de lo que en gran parte tiene la culpa nuestra amiga maravillas, sigo recibiendo cartas; colaboraciones para compartir con ustedes que se atreven a incursionar por estos lares. Bella epístola que encierra un mensaje muy profundo me hizo llegar Ignacia para esta ocasión. Profesora de ballet clásico y aficionada a las letras, se dirige a quienes fueron sus alumnas. Espero que disfruten su lectura tanto como yo lo he hecho. Mil gracias a todos y espero más colaboraciones (Borarje)
Carta para mis alumnas.
Santiago 16 de Febrero de 2005.
Rte. María Cristina Felip Imperatore.
Alumnas Gimnasio Gradatres.
Presente.
Queridas alumnas:
Hace muy pocos días, ha finalizado un ciclo importante de mi vida, veinticuatro años de gimnasia, danza, música, movimiento y amistad. Quiero saludarlas, a través de esta carta, absolutamente consciente, que los últimos dos meses, previos al término, el dolor de la pérdida de mi espacio y mi quehacer, me superó, impidiéndome expresar lo que todas ustedes han dejado en mis pasos, mi trayectoria, en mi camino, en mis recuerdos y en mis sentimientos.
Dos generaciones acompañaron mi desarrollo personal y profesional, jovencitas, adolescentes, niñas que crecieron a mi lado, en cunas y coches mientras sus jóvenes mamás trabajaban arduamente, con los años se transformaron en alumnas regulares, junto a sus mamás y a sus pequeños hijos que correteaban por todos lados, repitiendo la historia. ¿ Cuántas ?, muchas, dicen los empolvados libros de asistencia, que recorrí página por página, antes de deshacerme de ellos. Las recuerdo a todas, con sus vestimentas y sus características personales, recuerdo colores, miradas, sabía cuando estaban bien, también sabía, al verlas llegar, tan solo viéndolas caminar si llegaban contentas o si habían pasado un mal rato, y ustedes también me conocieron tanto que solo con escuchar mi voz en el conteo de la clase, sabían en qué peldaño del día, yo me encontraba.
Fueron años muy hermosos para mí, de muchos logros y también de desazones, esperanzas y sueños, alegrías y dolores, y siempre presentes el afecto, el respeto, la amistad y la armonía. Seguirán su actividad física, de eso estoy segura, es una semilla que germinó con mucha fuerza y aprendieron a sentirse siempre bien, juntas superábamos el malhumor, el cansancio, la rutina, el desgano, por muchos años le han dedicado una hora del día a ustedes mismas, y me regalaron una hora de sus vidas en cada clase que yo impartía, me entregaban su energía, me regalaban su entusiasmo, sus progresos y aprendí a recibir mucho más de lo que yo era capaz de dar. Tampoco he olvidado las flores que recibí de esposos agradecidos ni de las medallas de mis pequeñas campeonas, ni de mi último año vivido tan doloroso, no olvido tantos días en que sentí que no sería capaz de realizar una clase, ustedes y la música hacían el milagro.
Gracias a todas por todo lo recibido, gracias a cada una por su especial dedicación, me regalaron juventud, me rodearon de afecto, me acompañaron con cariño, pusieron en mis manos sus ideales, me dieron un nombre, Cris, en el que deposité mi esfuerzo, me acostumbré a verlas llegar, de rojo y azul, de blanco y negro, de malva y rosado, de verde y amarillo, cada nombre tiene un color, cada nombre una mirada, cada nombre una historia, cada historia en mi corazón.
Antes de despedirme quiero también agradecer la hermosa fiesta de despedida, sin pesares, comprensión y mucho apoyo y así poder cerrar la puerta y decir adiós.
Siempre las recordaré con mucho amor y agradecimiento:
Cris.
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