Es tarde ya. Acostada en mi cama, en esta cálida noche de verano, sin poder dormir, noto la tenue luminosidad que penetra hacia el interior de mi habitación, dibujando los contornos y marcando las siluetas de los muebles en la oscuridad, mientras suaves melodías orquestadas invaden lentamente el lugar, acompañándome en esta semi reflexión, en este instante que es mío, sólo mío.
Este es uno de mis mundos, de mis momentos, de mis refugios. Aquí presiono el interruptor y mi tiempo se detiene. Es mi instante perfecto, la burbuja que inmoviliza las horas, el momento en que pierden su sentido y su forma.
De espaldas en la cama, observo reposadamente la madera en lo alto. Vigas de árboles centenarios, nativos, llenos de historia que ha quedado plasmada en dolorosas heridas, cicatrices cristalizadas en el tiempo, nudos toscos, salpicados sobre cada trozo de madera rojiza. Conozco cada marca de memoria entre las vigas del techo. Soliloquio de figuras que elabora mi mente, pequeñas historias dentro de la historia. Juego de imágenes también formadas por las nubes blancas movidas por el viento. Diminutas ilusiones, ficticios sueños arrastrados por la brisa y transformados sin descanso, que empujados en el aire navegan lentamente.
En el silencio, desde la música que lo invade todo, en esta soledad sin estar sola, rememoro tus verdes ojos de tibieza cercana, de piel cálida y risa que acaricia mi alma.
Niño mío, ojos verdes que viajan junto a mi cada día, y se acurrucan en mi corazón cada noche, así como sueño acurrucarme yo cuando duermo, entre tus brazos.
Yo soy el temblor que remeció tus cimientos y te hizo sentir que aún estás vivo.
Eres y no eres. Estás pero no estás. Pero te siento, siempre te siento. Te has posesionado de un lugar en mi corazón que llenaste de flores con tu presencia, de aromas y de colores.
Soy lo nuevo que llegó a tu vida y de una pincelada borró tu monotonía. Y estás en el sonido que deja tu voz aquí en mi oído, y al que puedo acudir cada vez que yo quiera.
Tu risa que estremece mis sentidos, que ilumina mis senderos y mis pasos, que vibra de ternura en las horas de mis sueños de vivir junto a ti.
Soy el amor que llegó sin que tu lo esperaras.
Mi cama, muda testigo de estos locos pensamientos que afloran desde mi mente y han ido llenando la habitación, mezclándose con las notas armoniosas de la música sin fin que perfuma el aire.
Yo soy la fuerza que te impulsa desde dentro de ti mismo.
La noche avanza y se entibia aún más. A lo lejos, percibo el tic-tac del reloj que me despertará de madrugada, haciéndome volver desde los sueños para iniciar un nuevo día, otro día mas pensando en ti. Vidas paralelas, eso somos. Dos vidas nos separan, una línea. Una sola línea que divide tu realidad y la mía.
Soy el tal vez que hace que sueñes aún estando despierto.
Saltémonos la vida. Ignoremos las reglas y crucemos esa línea hasta hacer que no exista. Porque soy el amor del que el fondo de tu alma ansiaba la llegada.
Dejemos al amor ser libre en esta noche cálida de perfumes dulzones.
Acércate hasta mí, conjúgate conmigo en esta cama, de abrazos soñados y suspiros ahogados, de gemidos liberados, de labios que se unen porque ya no pudieron frenar más.
Decide si quieres beber el agua cristalina que te ofrece mi fuente, o continúas el camino a través del desierto.
En esta noche envuelta en sonidos nocturnos que esperan el momento de amarte.
En esta cama, contágiame con el aroma del deseo de fundirme contigo durante eternas horas contenidas hasta que los dos nos desbordemos. Vuela hasta mis brazos y entre las sábanas sedosas de esta cama, enredemos nuestros deseos de morir en un suspiro a través de la noche, compartiendo sueños e ilusiones construidas para nosotros dos, hasta llegar donde no hay horizontes y no existen barreras. Trascendamos el tiempo y el espacio. Lleguemos desde anteriores vidas llenas de búsqueda incansable, a encontrarnos por fin.
Deja que nuestras alas se entrelacen en estas horas, te espero, tu sabes que te espero.
Mi mirada se pierde en la madera nudosa, mientras mi mano extendida sobre la cama te busca una vez mas.
Nuevamente comenzó el reloj a dejar caer la arena del tiempo implacable. El interruptor otra vez liberó los minutos que avanzan como siempre, mientras el sueño me invade. Mi mano aún te espera al otro lado de la cama. Dejo mi ventana semi abierta. Sé que llegarás, cierro mis ojos y sonrío, acurrúcate junto a mi, te extraño.
Entra en mis sábanas que esperan tu llegada, y en mi piel que ansía tus caricias y tus besos, piérdete en esta noche cálida conmigo, acércate hasta mi en tus ojos verdes y reposa en mi almohada, aquí, a mi lado, en una noche interminable de minutos perpetuos e inagotable de placer, hasta que el nuevo sol de amanecida nos despierte abrazados, y en un vuelo de sueños, y en los besos que aún nos faltan, hagamos el amor un vez más. |