LA ULTIMA VEZ QUE ME VI CON MANUEL GUZMÁN Y NO SUPE LA HORA. Fue un jueves lo recuerdo bien, no fue un sábado en la noche, si eso fue.........oh un lunes en la mañana, lo cierto es que soy incierto, que ya no se ni como o cuando debo vivir, olvide si comì o cage primero, o si dormí antes de tener sueño. Todo empezó una vez en que había luna y paseaba por la quince venia del Lido y rumbo la 72 fue divertido fumarme un XTRA, ya que me hartaba el malparido espacio que le dejaron al adoquín y los zapatos cada rato se me enterraban, observe mi Rolex ( de imitación de San Victorino ) punteaba las seis y el domingo a esa hora huele a luto y no sabes que hacer. Mi amigo Magu que muerto ya esta por una bala en la espalda que le metió un desgraciado con uniforme de ley, se acerco a mi y con rutinario saludo me llevo arrastrado a la conversación que tenia con docenas de muertos, me invito a un café y fuimos a IL Pomeriggio, me acuerdo que tenia frió cuando entre al Andino me senté en la terraza de el café y el humo del cigarrillo era lúgubre como vida, sonó Lamento Boliviano de los Enanitos Verdes, cuando Magu empezó a contar como fue la muerte me dijo que era dulce como el algodón de azúcar y un tanto ácida como la lluvia ácida de octubre, me contó que el cabron que lo mato salió de la cárcel al poco tiempo, y me contó que el tiempo ya no tiene la gravedad que tenia el reloj, desde la era de el reloj de arena, me dijo que era como ver el filme de el 69, aquel en el que el hombre iba a al luna, y el tiempo era tan irreal – me dijo – como el de las fumas sabatinas pero que aun no veía a los Mophtes Babes mi a los Ositos Cariñositos. Hablamos como no lo hicimos la ultima vez que nos vimos y nos tomamos las cervezas que nos debíamos en el pin- pong escuchando Bohemian Rapsody y Black Dog, me dijo también como fue la autopsia, al salir yo quise pagar la cuenta pero el insípido joven que preparaba el café y atendía la registradora fumaba mientras leía, al salir mire el Rolex y era las 6:05 de la tarde, Magu quiso que fuéramos ala Calera y caminando subimos la 11, en la séptima aguardamos para ver la ciudad, mientras el frió corroía mis huesos cruzamos el carril norte-sur y al cruzar el carril sur-norte vi al luz , no la de el túnel, era la luz de el cadillac que me mató, pero la muerte no es tan fea como la pintan, es como una separación, me vi arrollado y temblando como un ultimo reflejo de la masa, quede impávido y Magu me esperaba en la acera no tuve necesidad de desesperarme por que ya no tenia ni frió, ni hambre, ni ganas de mear lo único que me faltaba era el malparido reloj, ya que por lo menos me hubiera gustado saber a que hora morí y Magu me dijo bienvenido al club y no entendí, mire a los cerros y vi muchos muertos algunos conocidos otros no, y Magu de nuevo dijo bienvenido al club para descomponer relojes. |