La mañana era cálida en esa fría ciudad. Pero sólo por momentos. Era un lugar cambiante, cada segundo algo nuevo, un nuevo clima, una nueva vida. El jóven de recién 17 años se levanto y se puso su camiseta blanca, tapando su huesudo cuerpo. Tenía un pantalo negro de la noche anterior, había estado tocando. Miro por la ventana que daba al balcón, Seattle era blanca. Y la calidez ya había desaparecido.

Sonrio y dijio:
-Febrero 20.

Salió de su cuarto y fue al comedor, dónde su madre le tenía preparado un gran desayuno. Ahí estaba su padre leyendo las noticias, pero sólo por ese día, alzo la vista y puso el periódico a un lado.
-Feliz cumpleaños, campeón-susurró.

El muchacho estaba muy sorprendido, hace más de 7 años que su oadre no lo llamaba campeón. Su madre lo beso y abrazó.
-Hoy vienen todos para darte el feliz cumpleaños. Tu tío Charles te tiene una sorpresa.-le dijo.

Estaba expectante que podía ser. Desayuno y se levanto, fue a su cuarto y vio una vez más la ciudad ¿Qué le tendría su tío? Se bañó y cambió. Salió del edificio y fue a caminar. Iba con un pantalon holgado negro otra camiseta blanca y una franela negra. Caminaba entre la gente murmurando canciones. Se topo enfrente de una tienda de instrumentos musicales. Era una Mustang para zurdos. Era lo que más quería ¿Se la daría su padre si se la pidiera? Sabía que no. Siguió caminando y llego a la casa de Kris, su mejor amigo. Kris estaba tocando la batería cuando llegó.
-Feliz cumpleaños hermano.-le dijo dandole un abrazo.
-¿Qué tocamos hoy?
-Nada mi bro, hay q ir a tu casa hacer los preparativos.
-Ok vamos.

Siguieron caminando juntos. Iban de regreso a la casa del muchaco. Pasaron por la tienda de instrumentos musicales, la Mustang ya no estaba. Sintio rabia pero no podía hacer nada. Subió rápidamente las escaleras con Kris y entraron en la casa. Estaba oscura. Se predieron las luces. Ahí estaba el tío Charles. Ahí estaba la Mustang.
-Para tí, Kurt.