Acércase Odiseo Torres, repasador escasamente blanco al hombro, blandiendo tenedor y cuchillo de colosales dimensiones, desde la remota parrilla al comedor, donde se congrega el grupo afín en gustos culinarios y arriesga, no sin dejos histriónicos en la voz y el movimientos de los mentados adminículos .
-Arqueándose están ya los grasofaldezcos huesos, esos que yacen inertes sobre los ígneos hierros paralelos de poca esmerada higiene. ¡Escanciad el vino presto, convocad a los vástagos y enderezad los vegetales!
Los niños temen algo terrible. Los grandes también, pero disimulan mejor, afortunadamente Jacinto tranquiliza:
-A comer que se pasa el asado. Agrega el mejor de los amigos, a modo de explicación.
El mensaje había sido entendido, la delgada y folcautiana conexión significado / significante se había cumplido. Los rostros buscaban Explicación (con mayúsculas) y no traducción o descifrado. Mientras el héroe se retira, el amigo ensaya las vulgares y esperables respuestas tales como “tomo 2 vasos en ayunas” y otras que en las miradas nota no son suficientes.
-Cree que estuvo en Malvinas. O si, estuvo. No sabemos.
-Carga la pesada culpa de haber votado a Menem
-¿Mamadera fría al 8vo mes? –ya en tono de pregunta- en la angustia del octavo mes.
-Mc Pollo, martes pasado.
Y como siempre ocurre en estos casos, todos continúan como salidos de un velorio, “show must go on”, o “no era peor que otras vidas” y todos ponen cara de cajero de banco yankee.
Ya en la mesa, el héroe levanta son sus toscas manos guerreras, una copa que amenaza romperse, con marcas de dedos de grasa de chinchulín, y en su negligente translucidez proclama:
-Tan excelso néctar de Baco, toleraría inclusive un dejo de agua carbonatada.
Uno de los niños de Sisoco, fue en este caso quien agrego.
-Pasen la soda para el tío.