El sol apagó sus llamas y la oscuridad reinó en la tibia noche. Al caminar por el parque a solas uno piensa en diferentes cosas, pero la oscuridad atrae a la soledad. Me siento en un banco y no se escucha ni el simple suspiro de la vida en movimiento. Tibias lágrimas caen desde mis ojos, y el cielo, como respuesta a aquella tristeza, me acompaña en el sufrimiento. Las frías gotas de la lluvia caen sin cesar, anunciando que la tristeza, abunda en este lugar. De repente dos jóvenes enamorados pasan frente a mi, se besan tiernamente y el la cubre con su paraguas, para que las frías gotas de la soledad no afecten su alegría. Como quisiera yo tener aquel paraguas, cubriendo mi cuerpo ante las pesimistas gotas de la lluvia. De pronto la lluvia cesa, pero tan solo sobre mi, ya que mis ojos aun pueden ver las gotas caer y desparramarse ante el sucio suelo. Subí la vista para ver quien estaba cubriendo a esta desdichada mujer. Era un joven hombre, el cual no dijo nada, me pasó el paraguas, y con una gran sonrisa se alejó….